domingo, 27 de julio de 2014

"¡Cuidado al hablar!"

“¡Cuidado al hablar!”
Por: Rafael Carrasco 
Estimado lector: ¿Ha pensado alguna vez en cuántas ocasiones usted ha ofendido a alguien inconscientemente, es decir, sin haberlo querido hacer?
Pues déjeme decirle que ningún ser humano estamos exentos de esa situación porque somos imperfectos, y eso nos hace cometer errores algunas veces.
Sólo perfecto lo es Dios.
Pero bueno, se dice por ahí que “los errores cuestan”, y eso es muy cierto. Por ejemplo: si yo hago mi trabajo descuidadamente, de seguro voy a cometer errores, de los cuales algunos me dé cuenta, mas no así de otros.
La consecuencia que obtendré por haber sido descuidado al hacer mi trabajo, es que no podré salir a la hora en que normalmente debí haberlo hecho o, tal vez, tenga que entrar más temprano al siguiente día para revisar y corregir todos aquellos errores que permitieron que mi trabajo no saliera con la precisión que yo esperaba el día de ayer. Ese tiempo que ocuparé en corregir mis errores, es el costo de haber trabajado descuidadamente ayer y, lo que es peor, me atrasaré en el trabajo normal de hoy.
Lo mismo pasa con la forma en que nosotros hablamos: en el tono (volumen) que usamos para hacerlo, dependerá si de inmediato veamos consecuencias, o no.
Si yo hablo con respeto a otra persona, es normal y es lo ideal el que esa otra persona (mi interlocutor) me conteste de igual forma; pero si le hablo con voz fuerte (lo que llamamos comúnmente “golpeado”) mi interlocutor va a reaccionar de inmediato, porque se sentirá agredido por mí, y obviamente no me agradará que mi interlocutor me conteste de la misma forma en que yo lo hice con él y, en el peor de los casos, querrá irse a los golpes conmigo.
Por eso cabe recordar que la prudencia es muy buena consejera, estimado lector. Aunque yo tuviera un puesto importante en una Empresa, eso no me da derecho a que trate a mis subordinados como tapetes para limpiarse los pies; no. Lo importante aquí es que yo haga consciencia de que mis subordinados son también seres humanos que merecen respeto, así como yo lo merezco también.
Mis subordinados no son de hule; ellos también tienen sentimientos como yo, y por eso, al dirigirme a cualquiera de ellos para darles una orden, debo hacerlo con la mayor prudencia y sabiduría posibles.
La lengua es un pequeño órgano que tenemos en nuestro cuerpo, pero que es muy difícil controlarla. Es una pequeña chispa capaz de encender un gran fuego; en otras palabras, si no cuidamos de hablar como debemos hacerlo, esperemos consecuencias negativas también de nuestros interlocutores.
En la Biblia encontramos la pauta para hacer el buen uso de nuestro hablar.
Santiago 3:3-6a “He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo.
Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere.
Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta (es orgullosa) de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!
Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. …”
Y es bueno que los padres de familia sirvan de buen ejemplo a sus hijos, ya que los están educando en el hogar y los hijos, como se dice por ahí, son el reflejo de sus padres.
Si yo como padre hablo malas palabras delante de mis hijos, ¿cómo voy a decirles a mis hijos que no hablen malas palabras, si me oyen con frecuencia hablar así?
Y lo peor del caso es que con nuestra lengua alabamos a Dios cuando vamos al Templo y, fuera de él,  con ella misma maldecimos a cuanta gente no sea de nuestro agrado.
Santiago 3:8-10 “pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.
Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios.
De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.”
Romanos 12:14 “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.”

Tenga cuidado de no maldecir a otros, porque esas maldiciones se le puedenrevertir (se le pueden devolver) a usted.
Si una persona es capaz de evitar agredir a otros con su manera de hablar, esa persona es sabia, y capaz de refrenar todo su cuerpo.
Santiago 3:2 “Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto (sabio), capaz también de refrenar todo el cuerpo.”
De manera que, como se dice en los cuentos:
Moraleja: sea prudente en toda su forma de ser, en especial en su forma de hablar.
Por eso es bueno y conveniente estar siempre en contacto con Dios, para que Él nos dé la sabiduría necesaria para nuestro diario vivir. Pidámosle a Dios en oración que nos ayude a eliminar de nosotros las malas costumbres, entre ellas el descuido en nuestra forma de hablar con otros.
1 de Corintios 15:33 “No erréis (no caigan en error); las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres (la educación dada en el hogar).”
Efesios 4:29 “Ninguna palabra corrompida (mala palabra) salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación (para dar una buena impresión), a fin de dar gracia (dar buen ejemplo) a los oyentes.”
Efesios 4:31 “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira (enojo en grado extremo), gritería y maledicencia (malas palabras), y toda malicia (decir cosas con doble sentido, pensar con morbo).”
Entre las palabras corrompidas, están: las malas palabras (vulgarmente llamadas “lenguaje florido”), los chistes “colorados”, hablar de obscenidades (describir con morbo a las personas), decir cosas “en doble sentido”, los llamados “piropos” (o “cumplidos”) que algunos hombres les dicen a las mujeres y las groserías (también llamadas ofensas).
Estimado lector: le pido por favor que vigile muy bien la forma de hablar, y también la forma de ser de sus hijos en su hogar, en la escuela y en la calle, para  que los corrija usted a tiempo, y no los comprometan sus hijos  a ustedes, padres de familia, a que se piense de ustedes fueron irresponsables en la educación dada a sus hijos.
Proverbios 13:24 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano (desde la niñez) lo corrige.”
Proverbios 22:6 “Instruye al niño en su camino (en su diario vivir), y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
Proverbios 29:15 “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.”
Proverbios 29:17 “Corrige a tu hijo, y te dará descanso (honra), y dará alegría a tu alma.”
¿Verdad que es mejor vivir en paz con Dios y con nuestros prójimos?
Mateo 7:12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos;…”
Dios les bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario