“Jesús: el gran Médico.”
Por: Rafael Carrasco
Cuando nos sentimos enfermos del cuerpo, naturalmente vamos donde un médico para que nos haga saber cuál es nuestra enfermedad y cómo podemos atacarla. Es tan molesto sentirse mal, porque nos baja las baterías para cualquier actividad que queramos realizar.
Muchos médicos no creen en los milagros de Dios, y no hallan explicación al hecho de que por qué un paciente que el día de ayer estuvo al borde de la muerte, ahora se levantó de la cama donde estaba postrado, y por su propio pie.
Lamentablemente, en el campo de la Medicina hay mucho escepticismo al respecto. Probablemente muchos de los maestros de los que en el pasado estudiaron esa noble Carrera, inculcaron en esos alumnos la idea de que “sólo lo que la Medicina logre, eso es lo que se debe pensar. Fuera de eso, nada existe.”
Pero afortunadamente no todos los médicos piensan así. Hay quienes reconocen el poder sobrenatural de Dios para hacer milagros en las gentes enfermas. Dios es todopoderoso, y por lo mismo Él actúa como Él quiere.
Isaías 43:13 “Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?”
Todos los seres humanos sabemos que Dios es un Dios digno de toda nuestra confianza. Podremos titubear en nuestro andar diario, pero si dejamos que Él nos sostenga, no nos caeremos.
Isaías 41:13 “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.”
Hay un video muy bello en donde una mujer discapacitada, sentada sobre su silla de ruedas, queda atrapada en una hacer, porque una de las ruedas de su silla se atascó en un jardín, y ella no podía desatascar la silla de ese lugar. La gente en automóvil, sólo la miraba que la mujer estaba en problemas, bajo el calor del sol, a la intemperie, pero no se detenían a ver qué le pasaba a ella. Sólo un motociclista la vio y se detuvo para ofrecerle su ayuda. Eso le llevó tal vez menos de un minuto. No cabe duda de que. Como se dice por ahí: “basta solamente un minuto para cambiar la vida de alguien”. Y ese motociclista lo logró.
Fue un buen samaritano que vio la necesidad que aquella mujer discapacitada tenía, y se detuvo a auxiliarla.
Por eso, yo le creo a Dios, porque Él no falta a Su Palabra. Es un Dios de verdad en Quien se puede confiar plenamente.
¿Cuántas personas que, por no creerle a Dios, se han perdido montones de bendiciones divinas?
Es triste saber el número de ellas, pero mientras estén aun vivas, tienen la esperanza de disfrutar de las bendiciones del único Dios vivo.
Todo lo que hay que hacer es dejarse llevar por Dios, como cuando se echa alguien en un río, y se deja llevar por la corriente del mismo.
Dios actúa en cada persona que Le cree a Él, de una manera tremenda. Todo es cuestión de decisión.
Proverbios 8:17 “Yo amo a los que me aman,
Y me hallan los que temprano me buscan.”
Y me hallan los que temprano me buscan.”
Si usted en este momento padece alguna enfermedad, y le gustaría que Dios se haga cargo de ella, puede invocar al Señor por Su sanidad sobre su cuerpo.
En ocasiones, también Dios sana también su alma, porque a Él le plació hacerlo; porque la persona que también experimenta la sanidad del alma, después de haber sido sanada físicamente, estaba escogida por Dios para Su servicio.
Vamos ahora a invocar el Nombre del Señor para que, si es Su voluntad, haga en nosotros el milagro de la sanidad del cuerpo.
“Señor y Dios: te damos gracias por la oportunidad de hablar contigo a través de esta oración; es nuestro anhelo recibir la sanidad de nuestro cuerpo enfermo, y creemos que Tú puedes realizar ese milagro, si Tú así lo quieres. Te rogamos, oh, Dios, que toques ahora nuestro cuerpo enfermo, y nos des Tu sanidad, de tal manera que seamos testimonio para otros de Tu grandeza, de Tu poder y de Tu verdad. Te lo rogamos todo en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Salvador, amén.”
No tema el acercarse a Dios, porque Él es nuestro refugio en todo tiempo. Si usted se acerca a Él, Él se acercará a usted.
Salmos 27:1 “Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”
Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”
Salmos 46:1 “Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.”
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.”
Hebreos 4:16 “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”
Santiago 4:8 “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.”
Dios le bendiga.
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