domingo, 27 de julio de 2014

"La hipocresía en la Iglesia."

“La hipocresía en la Iglesia.”
Por: Rafael Carrasco 
En muchas ocasiones, las personas se resisten a convertirse en miembros de alguna Iglesia local sobre la base de que “hay demasiados hipócritas en la Iglesia”.

Lamentablemente, en muchas Iglesias, por no decir en todas, existe ese problema,  que crea una mala imagen de dichas Iglesias.

En otros casos, hermanos que han caído en tentaciones, y no quieren reconocer la seriedad de su problema, hacen uso de “nombrar sus pecados”, culpando para ello a los que están en la Iglesia.
Ese tipo de hermanos consideran que, como otros hermanos han sido culpables de faltas graves, ellos no necesitan de arrepentimiento, y que no deben ser reprendidos por los pecados que ellos cometan.

A veces, hermanos sinceros que so fuertes trabajadores en la Iglesia local se desaniman a causa de los hermanos pecadores e indiferentes y, lo que es peor, estos hermanos sinceros se ven forzados a renunciar a la Iglesia.

La hipocresía se puede definir de tres maneras:

1.   Acto de amor fingido hacia los demás.
Romanos 12:9
“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.”
2.   Acto de servicio a los demás, por interés.
Colosenses 3:23-24
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;
sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.”
3.   Trato a los demás, con falta de sinceridad.
Mateo 13:24-26
“Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;
pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.
Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.”

La mala influencia de los hermanos pecadores es una muestra de soberbia y de que aún no han querido divorciarse de las cosas del mundo que los apasiona a seguir pecando.
Proverbios 6:6-19
“Seis cosas aborrece Jehová, 
Y aun siete abomina su alma: 
Los ojos altivos, la lengua mentirosa, 
Las manos derramadoras de sangre inocente, 
El corazón que maquina pensamientos inicuos, 
Los pies presurosos para correr al mal, 
El testigo falso que habla mentiras, 
Y el que siembra discordia entre hermanos.”

Por lo tanto, debemos ser sinceros los unos con los otros, ya que si principalmente queremos serlo con Dios, ¿no cree usted que también vale la pena serlo los unos para con los otros?

Dios les bendiga.

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