“Las rameras engañadoras.”
Por: Rafael Carrasco
Tal vez esto de lo que hoy hablaré resulte para muchas personas no cristianas cosa de una historieta de esas que se aun se venden en la calle. Pero déjenme decirles algo: en este relato, hay sabiduría plena de Dios para juzgar entre dos mujeres rameras que quisieron poner a prueba la sabiduría que Dios le había dado a Salomón.
1 de Reyes 3:16 “En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él.”
Fíjese nomás cómo ellas dos se jactaban de ser muy astutas, pues entre dimes y diretes quisieron confundir al rey Salomón.
El caso comenzó cuando una de ellas confesó al rey que ambas dieron a luz en la misma casa, pues vivían juntas. La otra mujer había matado a su propio hijo, acostándose sobre él al estar durmiendo, e hizo un intercambio de bebés a medianoche, para hacer creer a la otra ramera que el hijo muerto era suyo.
Cuando la segunda ramera despertó, se halló con que su bebé estaba muerto, y al mirarlo, vio que no era su bebé, por lo que rápidamente pidió cuentas a la ramera tramposa, y ella negó saber lo que había pasado. Se hicieron seguramente de palabras, y también de golpes.
Acto seguido, ambas esperaron el amanecer para ir al palacio del rey para hacer saber al rey de lo ocurrido
Pues se hicieron ambas de palabras otra vez, pero ahora delante del rey, que él sabiamente mandó traer una espada para partir con ella al hijo vivo de una de ellas, en dos partes iguales.
1 de Reyes 3:25 “En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.”
Miren nada más cómo la verdadera madre de ese niño vivo se conmovió por lo escuchado, y decidió decirle al rey que se le diese el niño a la otra mujer. Como respuesta a su petición, la otra mujer estuvo de acuerdo en que Salomón mandara partir en dos al niño vivo.
Al descubrir Salomón a la impostora, decidió perdonar la vida al niño vivo, y entregarlo a su verdadera madre.
Hubiera sido terrible ver cómo el rey mandaba matar a un bebé inocente e indefenso, si la madre impostora se mantuviera en una posición de “ignorar” la verdad del asunto.
También en este relato vemos la manera de pensar de una “madre falsa” y una madre verdadera.
La “madre falsa” siente indiferencia hacia el niño vivo, y no le importa si Salomón ordena su muerte. Obviamente, como el niño no es su sangre, a ella no le importa la muerte de el niño en cuestión.
En cambio, la verdadera madre siente tal amor por su hijo, que hasta sus entrañas se conmovieron con la decisión de Salomón respecto del niño.
1 de Reyes 3:26 “Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! Dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis…”
En estos tiempos, también se ven estos casos: hay madres que por algún motivo perdieron a sus hijos, y buscan una manera tramposa y fácil de “conseguir otro hijo” como sea. Este tipo de madres “roban” los niños para decir luego que son de ellas. Si les es posible, se van a vivir lejos, para que sus verdaderas madres no los puedan encontrar.
Y lo que es peor: muchas de esas “madres”, no lo hacen porque quieran sustituir a sus hijos muertos; lo hacen por dinero, porque alguien les paga para que roben niños, ya sea para adoptarlos como suyos, o bien, para traficar con ellos. En algunos casos, el tráfico de niños termina con matar y rellenar el pequeño cuerpo de esos niños robados con drogas.
Sé recientemente del caso en México de una mujer que roba a los niños, y si es vista por las madres de esos niños, no le importa darse de golpes con ellas. Ya la policía está buscándola.
Como podemos ver, en un mismo relato aprendimos dos cosas muy importantes: que Dios da sabiduría a quien Él quiere, y la diferencia entre una “madre falsa” y una madre verdadera.
Estimado lector: antes de que usted tome una decisión, le aconsejo consultar primeramente a Dios, yendo a Él en oración, para que Él le indique lo que tenga que hacer, y vea a la vez resultados totalmente satisfactorios.
Dios les bendiga.
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