sábado, 26 de julio de 2014

"¿Para qué usted levanta sus manos?"

“¿Para qué usted levanta sus manos?”
Por: Rafael Carrasco 

Tal vez a usted le parezca algo absurda esta pregunta, pero en realidad tiene un significado muy especial.
Comúnmente, levantamos nuestras manos cuando nos despertamos, porque es un reflejo corporal de relajación el que nos obliga a hacerlo.
En otras ocasiones, en especial cuando hay niños pequeños ellos, al sentirse cansados, generalmente extienden sus manos para que el papá o la mamá lo carguen. Es totalmente normal.

También los boxeadores y otros deportistas levantan sus manos cuando obtienen una victoria, celebrando así el fruto de su esfuerzo y dedicación.

Pero cuando usted se reúne con otras personas para alabar a Dios, ¿levanta usted las manos?
Eso no es algo anormal; al contrario. Cuando alguien levanta las manos para alabar a Dios, lo hace en señal de la victoria que Su Hijo Cristo obtuvo a favor nuestro.
Recordemos aquel momento en que Moisés informó a Josué de que estaría intercediendo por él y el pueblo de Israel, ante Dios.
Éxodo 17:9-13 “Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.
E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.
Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.
Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.
Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.”

¿Se da cuenta entonces del poder que Dios da cuando levantamos nuestras manos a Él? Él ciertamente se agrada de que celebremos la victoria de Su Hijo Cristo sobre la cruz del monte Calvario o monte Gólgota, y no solamente eso, sino que tengamos ese hecho glorioso por siempre en nuestro pensamiento, porque Dios merece toda la gloria, toda la honra y todo el honor y toda la alabanza posibles de nuestra parte.

Por otro lado, al Señor le agrada que lo alabemos de esa manera porque, como dice Su Palabra, Él se goza en la alabanza de Su pueblo.
Salmos 149:1 “Cantad a Jehová cántico nuevo;
Su alabanza sea en la congregación de los santos.”

Hay que recordar que Él nos ha constituido mas que vencedores; esto es, nos ha hecho disfrutar de la victoria que Él obtuvo a favor nuestro sobre la cruz donde Él murió. Es por eso que ahora Él espera de nosotros Sus hijos la alabanza, la gloria, la honra y el honor que Él, y sólo Él, merece.

En Salmos 63:3-4 dice: “Porque mejor es tu misericordia que la vida;
Mis labios te alabarán.
Así te bendeciré en mi vida;
En tu nombre alzaré mis manos.”

Debe ser realmente motivo de gozo para nosotros el recordar lo que Dios hizo a favor nuestro, porque lo que Él hizo, ¿quién más cree usted que lo habría hecho?
Yo le llamaría a esa pregunta: la pregunta del millón de dólares.

Al Señor nuestro Dios le place no sólo gozarse con nuestras alabanzas, sino que también se goza en llevarnos en Sus brazos, como un pastor lo hace con las ovejas pequeñas.
Isaías 40:11 “Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seño los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.”

Por eso está de más decir que el Señor es muy agradecido con un pueblo que le sirve sinceramente. A Él no se le pasa ni un detalle de algo que nosotros hagamos para agradarle. Dicho en otras palabras: el Señor no se queda con nada. Él nos bendice a Su tiempo.

Ahora, vamos a ver dos ordenanzas y una promesa que Dios le dio a Josué, una vez que Moisés murió, y Dios tuvo necesidad de hablar a solas con Josué:
Josué 1:9 “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”

Analizando detenidamente este pasaje bíblico, tenemos lo siguiente:
a)    Primera ordenanza: Esfuérzate.- Esforzarse es, en palabras sencillas, echarle ganas.
Es del agrado del Señor que cuando nos sintamos derrotados o cansados, no nos demos por vencidos; a Él le place que nos levantemos de nuevo, y sigamos adelante.
1 de Reyes 19:4 “Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.”

Pero, ¿qué sucedió después de esa petición de Elías?
1 de Reyes 19:5-8 “Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.
Entonces él miró. Y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.
Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez. Lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.
Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.”

¿Se da usted cuenta del poder de Dios? Un simple hombre como Elías, caminando 40 días enteros sin probar comida ni agua, con una fortaleza tremenda para caminar tantas millas por el desierto. Como Dios estaba con él, Dios no permitió que Elías se insolara, ni tampoco que encontrara peligro alguno en su camino hacia el monte Horeb. Elías pudo llegar a la meta que él deseaba, porque se esforzó y fue valiente, como lo fue Josué en su momento.

b) Segunda ordenanza: Sé valiente.- La valentía es parte integral de la clase de siervo que Dios necesita para llevar a cabo Su voluntad, pues un siervo cobarde y perezoso no le es útil en ninguna manera.

En la actualidad, Dios requiere de nosotros Sus hijos que seamos esforzados y valientes, porque ciertamente el reino de Dios es para los valientes.
Mateo 11:12 “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.”
En otras palabras, el reino de los cielos es arrebatado por gentes valientes y atrevidas.
Nada hay mejor para el Señor que la obediencia de Sus siervos.
Es aún mejor que esa obediencia al Señor sea incondicional, porque así el Señor le da más poder y autoridad al siervo fiel para desarrollar la misión encomendada por Dios.

c) PROMESA: Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.-Note que todo lo que Dios dice, lo cumple. Así que no desconfíe de Él, y sí sepa esperar en Su respuesta, tanto en Sus promesas como en las peticiones que le hacemos.

Yo les invito, hermanos y amigos, que pidamos al Señor nuestro Dios fortaleza para seguir adelante con la misión que Él nos ha encomendado. Oremos:

“Nuestro Padre Celestial, te agradecemos por este momento tan importante en nuestras vidas; te agradecemos porque Tu Hijo Jesucristo quiso tomar nuestro lugar sobre la cruz; gracias Padre por dejarnos disfrutar la victoria que Tu Hijo alcanzó a favor nuestro.
Gracias por capacitarnos para el trabajo de cada día, porque Tú sabes bien que lo hacemos por la necesidad que tenemos de sacar a nuestras familias adelante, y a nosotros mismos.
Ahora te pedimos, Señor, que nos des la fortaleza necesaria para seguir adelante haciendo Tu voluntad, la sabiduría necesaria para hacer bien todas las cosas que Tú nos mandes, porque a Ti nos debemos, Padre, y la paciencia necesaria para no desesperarnos en ese proceso.
Todo lo que tenemos y todo lo que somos lo debemos a Ti, y solamente a Ti.
Traemos todas nuestras actividades a Tus pies, pidiéndote Señor que Tú tomes el control de todo, cada día de nuestras vidas.
Bendice también nuestro pan diario y nuestro sueño.
En el Nombre de Cristo Jesús, amén.”

Dios les bendiga.





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