“SEGUNDA PALABRA DE JESÚS.”
Por: Rafael Carrasco
Lucas 23:43 “”Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.”
En el momento en que Jesús pronunció esta Palabra, lo hizo en respuesta a la petición sincera de uno de los malhechores que estaban crucificados a los lados de Él.
Era la respuesta sincera de Jesús a una petición también sincera, de parte de uno de los dos malhechores crucificados a los lados de Jesús. Un hombre que, gracias a Dios, tuvo oportunidad de recibir a Jesús por Salvador de su alma, antes de morir.
En el contexto bíblico, se menciona la hora sexta, aproximadamente las 12 del medio día de nuestro sistema horario.
Los judíos tomaban en cuenta un día, desde la puesta del sol de ayer hasta la puesta del sol de hoy. Obviamente nos damos cuenta de que el sistema usado por los judíos es muy distinto al nuestro, para medir el tiempo.
Desde la hora sexta (doce del medio día) hasta la hora novena (tres de la tarde, aproximadamente) hubo tinieblas sobre toda la tierra.
El significado de esas tinieblas, era indignación de Dios el Padre en contra de la afrenta que a Su Hijo Jesús, gentes de Su propio pueblo lo habían hecho, sumándose los soldados romanos y uno de los dos malhechores crucificados a los lados de Jesús.
El hecho de que el velo del templo se rasgara por la mitad, fue un anticipo de la victoria de Jesús sobre la cruz, pues con ese acto, Jesús nos quiso decir que ya tenemos acceso directo al Padre Celestial (representado por el lugar santísimo del templo) a través de Jesús, porque Él, Jesús, ya estaba por consumar Su acto redentor. Recordemos que en el templo había una división entre el lugar santo (representado por Jesús) y el lugar santísimo.
Jesús ya estaba satisficiendo a Su Padre Celestial. Ya era un hecho de que la copa del Padre había pasado sobre Jesús; aquella copa que Jesús mencionara en oración estando Él en el huerto de Getsemaní, justo antes de ser aprehendido por los soldados romanos, “dirigidos”, por así decirlo, por Judas Iscariote, el apóstol traidor.
Que este suceso nos sirva de ejemplo para que hagamos consciencia de la importancia de recibir a Jesús por Salvador de nuestra alma, estando aun vivos, porque después de muertos, ya nada se puede hacer. Si una persona muere sin hacer su decisión por Cristo, su alma irá de inmediato al infierno, y estoy seguro de que nadie que conoce esto querrá que su alma vaya irremediablemente a aquel lugar de tormento eterno.
Dios les bendiga.
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