lunes, 26 de enero de 2015

"¿Está de acuerdo Dios con los pleitos?"

“¿Está de acuerdo Dios con los pleitos?”

Por: Rafael Carrasco.

Los pleitos son un problema muy común en todo el mundo. Son un problema de casi todos los días, y son de diferente intensidad, dependiendo, desde luego, de la naturaleza de su causa.

Los pleitos se pueden generar por varias razones; aquí ennumero algunas de ellas:
Envidia.
Celos.
Sólo por ver enojada a la persona ofendida.
Por chismes.
Por dañar alguna pertenencia de la persona ofendida.
Por injusticias cometidas en contra de la persona ofendida. Por ejemplo: cuando la persona ofendida hace fila para algún trámite, y la persona en ventanilla llama a alguien que está fuera de la fila para atenderla primero.
Cuando a alguien le tocan la bocina del carro en señal de mencionar la madre de la persona ofendida.

Ahora bien, ¿qué dice Jesús de ello?
Mateo 5:9
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”

En otras palabras, Jesús no nos quiere ver peleando, mucho menos provocando los pleitos.

Lucas 9:51-56
9:51 “Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén.
9:52 Y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos.
9:53 Mas no le recibieron, porque su aspecto era como de ir a Jerusalén.
9:54 Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?
9:55 Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois;
9:56 porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.”

Ahora bien, ¿cómo está eso de que Jesús les dijo a Jacobo y a Juan que ellos no sabían de qué espíritu eran?
Pues bien, he aquí la explicación del asunto: Jacobo y Juan creían que anteriormente Elías había hecho caer fuego del cielo, cuando retó a 450 sacerdotes de Baal.
1 de Reyes 18:22
“Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres.”

¿Cómo la ve usted? Un solo hombre justo contra 450 hombres corruptos. Una lucha de verdad dispareja, ¿verdad?
Pero esos 450 hombres corruptos no contaban con que Jehová de los ejércitos estaba con Elías, y que fácilmente Él le daría la victoria sobre ellos.
Aquí viene el desafío de Elías:
1 de Reyes 18:25
“Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo.”

Obviamente, nada pasó. Ahora vamos a ver cómo Elías invocó al Dios de Israel, y obtuvo Su pronta respuesta.
1 de Reyes 18:36-39
18:36 “Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
18:37 Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.
18:38 Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.
18:39 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!

Démonos cuenta de qué grande es Dios. Cuando Él quiere hacer las cosas, las hace, amén.

¿Y qué pasó luego con los profetas de Baal por su fraude?
1 de Reyes 18:40
“Entonces Elías les dijo: Prended a los profetas de Baal, para que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y los llevó Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló.”

Volviendo a nuestro estudio, quedó claro que Jesús con justa razón reprendió a Jacobo y a Juan, por su ignorancia.
Ningún hombre puede hacer las cosas que Dios hace, si no fuera autorizado por el propio Dios. Yo pienso que a los seres humanos en general (porque al menos para mí es difícil creer que a los hijos de Dios se nos ocurriera algo como lo que comentaré) no les daría Dios autorización para hacer descender fuego del cielo, porque Él sabe que le daríamos mal uso: quemaríamos a todos nuestros enemigos y a las personas que consideraríamos indeseables, haciendo de ello una masacre de proporciones fenomenales.
Lo mismo pasó cuando Dios hizo llover fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra: Dios envió Su fuego, y no Lot.
Génesis 19:24
“Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos;

Jesús preparó a Sus discípulos para que recibieran al Espíritu Santo en el tiempo indicado por Él, una vez que Él hubiera ascendido al cielo. Por eso les pidió que permaneciesen en Jerusalén, hasta que ello se cumpliera.
Hechos 1:4
“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.”

Hechos 1:8
“pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”

Ahora bien, ¿qué clase de poder les prometió Jesús a Sus discípulos al haber recibido ellos al Espíritu Santo?
Marcos 16:17-18
16:17 "Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; 
16:18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán."

Malas noticias para quienes gustan de tomar venganza de sus enemigos, ¿verdad?

Porque el poder dado por Espíritu Santo no incluye que los creyentes en Jesús tengan autoridad divina alguna para hacer descender fuego del cielo.

Cabe aclarar lo siguiente: eso de que los creyentes en Jesús tomen serpientes en las manos, no significa textualmente que deben hacerlo; más bien, Marcos 16:18 contiene la promesa de Dios de protegerlos a ellos en situaciones peligrosas que van más allá de sus habilidades en poder controlar. Esta no es una orden a que uno mismo se ponga en peligro.



Hacer tal cosa es tentar o desafiar a Dios, cosa que el mismo Dios prohibió; en otras palabras, caeríamos en la misma bajeza que el diablo, cuando tentó a Jesús en el desierto.
Mateo 4:7

“Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.”

Dios es sabio, estimado lector. Él no permitiría que nosotros Sus hijos hiciéramos mal uso del fuego del cielo, porque Él bien sabe que mataríamos a todos nuestros enemigos con ese fuego. Por eso es que Dios no le permite a ningún hombre hacer uso del fuego celestial.
Él sabe cómo y cuándo usarlo, nadie más.

Jesús no quiere que paguemos a alguien mal por mal, porque eso va en contra de Su voluntad.
Romanos 12:17
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.”

Sin embargo, Jesús dejó muy en claro que asumiéramos las consecuencias de nuestros actos.
Mateo 7:12
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”

De manera que queda muy claro: trate a otros como a usted le gustaría ser tratado. Así de sencillo.

Cuando surge un motivo para que alguien nos busque pleito injustamente a los hijos de Dios, lo mejor es retirarse del lugar, aunque el ofensor nos grite: “eres una gallina”, “cobarde”, o cosas similares. Es mejor evitar eso, a ir preso por estarse peleando en la calle, o por lesionar al ofensor y dejarlo como para el hospital.
El hecho de retirarse de un lugar de pleito, es muestra de sabiduría, valentía y fortaleza; no de cobardía, como mucha gente cree.
¿Y por qué el retirarse de un lugar de pleito es señal de sabiduría, valentía y fortaleza? Porque se requiere ser fuerte espiritualmente para hacer el bien, para hacer lo que Jesús nos pide.

En cuanto a los pleitos entre hijos de Dios, Pablo nos exhorta a que evitemos ir a la Corte a denunciarnos unos contra otros.
1 de Corintios 6:1-8
6:1 “¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos?
6:2 ¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?
6:3 ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?
6:4 Si, pues, tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de menor estima en la iglesia?
6:5 Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos,
6:6 sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos?
6:7 Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?
6:8 Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos.”

El demostrar que los hijos de Dios no somos capaces de perdonarnos unos a otros nuestras ofensas, y reconciliar nuestras diferencias, es demostrar una derrota espiritual.

Lo mejor, en todo caso, es proceder en amor cristiano, a reprender al hermano que nos ofende.
Mateo 18:15-17
18:15 “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano.
18:16 Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.
18:17 Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano.”

Tener a un hermano por gentil y publicano es considerarlo una persona del mundo; o sea, un cristiano mundano (cristiano con aun costumbres mundanas). Es señalar a ese hermano rebelde, y no juntarse con él, por considerarlo una mala influencia para la Iglesia.

En 1 de Corintios 6:7, Pablo se preocupa por el testimonio del creyente ante el mundo.

1 de Corintios 6:7
“Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?”

Los hijos de Dios no podemos estar dando un testimonio defraudador ante las personas del mundo, porque hay que recordar que los hijos de Dios somos libros abiertos ante los ojos de la gente del mundo, y si ven en nosotros los hijos de Dios un testimonio diferente al que pretendemos tener, ¿imagine usted, estimado lector, en qué concepto nos tendrían las gentes del mundo?

Pablo, por así decirlo, nos pone a los hijos de Dios entre la espada y la pared: ¿Qué es más importante para un hijo de Dios, una batalla legal o una batalla por el alma de una persona?
Difícil elección, humanamente hablando. ¿Verdad?

Entonces, ¿qué hacer?
¿Debemos los hijos de Dios llevar a un hermano en Cristo a la Corte por asuntos de la Iglesia? No.
¿Debemos los hijos de Dios llevar a un hermano en Cristo a la Corte por asuntos civiles? Si puede evitarse de alguna manera, tampoco en este caso.

Ahora bien, ¿Debemos los hijos de Dios llevar a la Corte a un no creyente a la Corte, por asuntos civiles?
Si puede ser evitado, tampoco. Sin embargo, en algunos casos, tales como la protección de nuestros derechos, puede ser apropiado el procurarse una defensa legal.
Hechos 22:24-30
22:24 “mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él.
22:25 Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado?
22:26 Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano.
22:27 Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? Él dijo: Sí.
22:28 Respondió el tribuno: Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento.
22:29 Así que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado.
22:30 Al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por la cual le acusaban los judíos, le soltó de las cadenas, y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el concilio, y sacando a Pablo, le presentó ante ellos.”

No hay algo de malo con usar el sistema jurídico, en tanto se haga con un motivo justo y un corazón puro.

Dios les bendiga.










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