lunes, 5 de enero de 2015

"La obediencia a Dios: nuestra llave al éxito."

“La obediencia a Dios: nuestra llave al éxito.”

Por: Rafael Carrasco.

Todos quieren vivir la vida buena, pero no todos están dispuestos a hacer lo necesario para alcanzar ese destino.
Cuando uno no es obediente a Dios y a Su Palabra, uno hace difícil el recibimiento de la manifestación de Su bendición para nuestra vida.
Nuestro Padre celestial siempre está en busca de aquellas personas que “están dispuestas a obedecer Sus instrucciones”, aun sin entender cuando Él les pide que hagan algo.
Miqueas 6:8
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”

Colosenses 1:10
“para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;”

Aunque a veces puede ser desafiante, al uno ir cultivando la obediencia a Dios en su vida, abre el camino para recibir cada promesa que Dios ha hecho en Su Palabra: la Biblia.

La obediencia, según el diccionario de la Lengua Española, es definida como: la acción o la práctica de obedecer, siendo cumplido, sumiso y conforme.

Practicamos la obediencia en tantas áreas de nuestra vida, pero con frecuencia ignoramos a la Persona más importante a Quien debemos obedecer en primer lugar, todo el tiempo: a Dios.
Tenemos la tendencia a decir que es difícil obedecer la Palabra de Dios y seguir Sus mandamientos, pero sí obedecemos los semáforos en las calles, los letreros indicadores de velocidad, o las señales que un policía nos hace en la calle cuando está de pie en medio del tráfico.
No quiero decir con esto que no obedezcamos a nuestras autoridades terrenales, pero sí poner a Dios en primer lugar en todo aspecto de nuestra vida.
Hechos 5:29
“Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”

Hebreos 12:9
“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?”

Tito 3:1
“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.”

Fracasamos con demasiada frecuencia en obedecer a Dios y Sus mandamientos, porque de hecho sabemos que complacer a la carne (o sea, a nuestro cuerpo) es más fácil que complacer a Dios. Es como el famoso juego de las vencidas, en el cual 2 personas comparan fuerzas, a ver quién es la más fuerte de ellas. Y eso es lo que muchas veces nosotros hacemos con Dios: Lo retamos a medir fuerzas con Él, y sinceramente creo que eso no se vale; además, es algo que nos lleva a ninguna parte. En otras palabras: retar a Dios nos niega bendiciones Suyas a nuestra vida.

Mateo 26:41
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”

Sí, el espíritu del ser humano está dispuesto a obedecer a Dios, porque el espíritu es la parte del ser humano que siempre está en contacto con Él; pero a la vez, el ser humano tiene que lidiar con lo que a su cuerpo le agrada. Es lamentablemente una lucha constante.

Colosenses 3:5
Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría;

Lo terrenal se refiere a todo lo que al cuerpo le agrada, y que sirve de estorbo para nuestra obediencia a Dios y a Su Palabra.

De manera que obedecer a Dios y al cuerpo, en lo que refiere a sus pasiones, es como el agua y el aceite, incompatibles.

Uno puede tener la experiencia de una vida buena, al decidir la cantidad de la Palabra de Dios que obedecerá.

Deuteronomio 30:15-16
30:15 “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal;
30:16 porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.”

La obediencia a Dios separa a uno de la multitud (o sea, de la gente mundana), y eso a veces puede ser desafiante para uno.
Pero lo importante de esto, es que uno se gana las bendiciones y el favor de Dios en forma continua, amén.
La gente mundana ha hecho sus propias reglas, las cuales ella sigue en forma natural y complaciente: Y lo peor del caso, es que sus reglas no van de acuerdo a la Palabra de Dios.
Obviamente, la gente mundana está y seguirá experimentando las consecuencias de desobedecer a Dios, hasta que ella decida arrepentirse sinceramente de su maldad y aceptar a Cristo como su Salvador personal, y Serle obediente.

Podemos tener parientes y seres queridos cuya manera de vivir contradice a la Palabra de Dios, pero si ellos ven que nosotros obedecemos a Dios en medio de sus comportamientos, eso hace que uno sea ejemplo para ellos.

Cuando uno obedece a Dios, demuestra que uno Le pertenece a Él.

Éxodo 19:5
“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.”

Cuando las bendiciones de Dios se manifiestan en nuestra vida a la vista de nuestros parientes y seres queridos mundanos, ellos querrán de nosotros una explicación en cuanto a cómo y por qué cosas buenas le suceden estas bendiciones a uno.
Esta es una oportunidad excelente para que uno les comparta a ellos el amor de Dios a través de salvación por fe en Cristo, y hacerles saber que la obediencia a Su Palabra, tiene provecho.

La clave para conectarse a la bendición de Dios es la obediencia.
Sin ella, uno no podrá alcanzar ni cumplir su meta de vivir la vida buena.

Para concluir: Sea sabio, y obedezca a Dios.

Isaías 1:19
Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra;”

El “bien de la tierra”, es la abundancia.
Lo que Dios le diga a usted que haga, hágalo.

Dios les bendiga.



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