“La obediencia a Dios: nuestra llave al éxito.”
Por:
Rafael Carrasco.
Todos quieren vivir la vida buena, pero no
todos están dispuestos a hacer lo necesario para alcanzar ese destino.
Cuando uno no es obediente a Dios y a Su
Palabra, uno hace difícil el recibimiento de la manifestación de Su bendición
para nuestra vida.
Nuestro Padre celestial siempre está en
busca de aquellas personas que “están dispuestas a obedecer Sus instrucciones”,
aun sin entender cuando Él les pide que hagan algo.
Miqueas 6:8
“Oh hombre, él te ha declarado lo que es
bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia,
y humillarte ante tu Dios.”
Colosenses 1:10
“para que andéis como es digno del Señor, agradándole
en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento
de Dios;”
Aunque a veces puede ser desafiante, al uno
ir cultivando la obediencia a Dios en su vida, abre el camino para recibir cada
promesa que Dios ha hecho en Su Palabra: la Biblia.
La obediencia, según el diccionario de la Lengua Española , es definida
como: la acción o la práctica de obedecer, siendo cumplido, sumiso y conforme.
Practicamos la obediencia en tantas áreas
de nuestra vida, pero con frecuencia ignoramos a la Persona más importante a
Quien debemos obedecer en primer lugar, todo el tiempo: a Dios.
Tenemos la tendencia a decir que es difícil
obedecer la Palabra
de Dios y seguir Sus mandamientos, pero sí obedecemos los semáforos en las
calles, los letreros indicadores de velocidad, o las señales que un policía nos
hace en la calle cuando está de pie en medio del tráfico.
No quiero decir con esto que no obedezcamos
a nuestras autoridades terrenales, pero sí poner a Dios en primer lugar en
todo aspecto de nuestra vida.
Hechos 5:29
“Respondiendo Pedro y los apóstoles,
dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”
Hebreos 12:9
“Por otra parte, tuvimos a nuestros padres
terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no
obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?”
Tito 3:1
“Recuérdales que se sujeten a los
gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena
obra.”
Fracasamos con demasiada frecuencia en
obedecer a Dios y Sus mandamientos, porque de hecho sabemos que complacer a la
carne (o sea, a nuestro cuerpo) es más fácil que complacer a Dios. Es como el
famoso juego de las vencidas, en el cual 2 personas comparan fuerzas, a ver
quién es la más fuerte de ellas. Y eso es lo que muchas veces nosotros hacemos
con Dios: Lo retamos a medir fuerzas con Él, y sinceramente creo que eso no se
vale; además, es algo que nos lleva a ninguna parte. En otras palabras: retar a
Dios nos niega bendiciones Suyas a nuestra vida.
Mateo 26:41
“Velad y orad, para que no entréis en
tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es
débil.”
Sí, el espíritu del ser humano está
dispuesto a obedecer a Dios, porque el espíritu es la parte del ser humano que
siempre está en contacto con Él; pero a la vez, el ser humano tiene que lidiar
con lo que a su cuerpo le agrada. Es lamentablemente una lucha constante.
Colosenses 3:5
“Haced morir, pues, lo terrenal en
vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y
avaricia, que es idolatría;
Lo terrenal se refiere a todo lo que al
cuerpo le agrada, y que sirve de estorbo para
nuestra obediencia a Dios y a Su Palabra.
De manera que obedecer a Dios y al cuerpo, en
lo que refiere a sus pasiones, es como el agua y el aceite,
incompatibles.
Uno puede tener la experiencia de una vida
buena, al decidir la cantidad de la Palabra de Dios que obedecerá.
Deuteronomio 30:15-16
30:15 “Mira, yo he puesto delante de ti hoy
la vida y el bien, la muerte y el mal;
30:16 porque yo te mando hoy que ames a
Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus
estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y
Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de
ella.”
La obediencia a Dios separa a uno de la
multitud (o sea, de la gente mundana), y eso a veces puede ser desafiante para
uno.
Pero lo importante de esto, es que uno se
gana las bendiciones y el favor de Dios en forma continua, amén.
La gente mundana ha hecho sus propias
reglas, las cuales ella sigue en forma natural y complaciente: Y lo peor del
caso, es que sus reglas no van de acuerdo a la Palabra de Dios.
Obviamente, la gente mundana está y seguirá
experimentando las consecuencias de desobedecer a Dios, hasta que ella decida
arrepentirse sinceramente de su maldad y aceptar a Cristo como su Salvador
personal, y Serle obediente.
Podemos tener parientes y seres queridos
cuya manera de vivir contradice a la
Palabra de Dios, pero si ellos ven que nosotros obedecemos a
Dios en medio de sus comportamientos, eso hace que uno sea ejemplo para
ellos.
Cuando uno obedece a Dios, demuestra que
uno Le pertenece a Él.
Éxodo 19:5
“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz,
y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos
los pueblos; porque mía es toda la tierra.”
Cuando las bendiciones de Dios se
manifiestan en nuestra vida a la vista de nuestros parientes y seres queridos
mundanos, ellos querrán de nosotros una explicación en cuanto a cómo y por qué
cosas buenas le suceden estas bendiciones a uno.
Esta es una oportunidad excelente para que
uno les comparta a ellos el amor de Dios a través de salvación por fe en
Cristo, y hacerles saber que la obediencia a Su Palabra, tiene provecho.
La clave para conectarse a la bendición de
Dios es la obediencia.
Sin ella, uno no podrá alcanzar ni cumplir
su meta de vivir la vida buena.
Para concluir: Sea sabio, y obedezca a
Dios.
Isaías 1:19
“Si quisiereis y oyereis, comeréis
el bien de la tierra;”
El “bien de la tierra”, es la abundancia.
Lo que Dios le diga a usted que haga,
hágalo.
Dios les bendiga.
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