“¿Cómo salvaría usted su vida?”
Por:
Rafael Carrasco.
Pensemos un momento en una persona que va a
bañarse a una alberca, pero no sabe nadar, ni lleva salvavidas: confía en sí misma.
Supongamos que esta persona piensa algo
como esto: “no necesito de nadie; me basto yo solo”.
¡Tremendo error! Porque si no sabe nadar, y
quiere meterse a lo más profundo de la alberca, ¿Cómo puede entonces esa
persona pensar que no correrá el riesgo de morir ahogada ahí?
Desde hace mucho tiempo, como en nuestros
días, ha habido y hay muchas personas que piensan con ese criterio de “la
autosuficiencia”.
Ahora bien, ¿de qué sirve la
autosuficiencia? Para la gente que está de acuerdo con ella, es su todo.
En cambio, para quienes no estamos de
acuerdo con ella, es una locura, y más aun tratándose del terreno espiritual.
Quien espiritualmente se cree
autosuficiente, lamento decir que es una persona muerta.
Si una persona piensa que no necesita ayuda
alguna de otras personas, y mucho menos de Dios, esa persona es como un barco a
la deriva, a merced de que el mar lo arroje contra rocas que lo despedacen.
Recordemos la advertencia que Pablo le hizo
a Timoteo, en donde habla de “tiempos peligrosos”, donde habrán hombres
amadores de sí mismos (autosuficientes) y otras desagradables características
más:
2 de Timoteo 3:1-5
3:1 “También debes saber esto: que en los
postreros días vendrán tiempos peligrosos.
3:2 Porque habrá hombres amadores de sí
mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los
padres, ingratos, impíos,
3:3 sin afecto natural, implacables,
calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
3:4 traidores, impetuosos, infatuados,
amadores de los deleites más que de Dios,
3:5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.”
También es importante saber que el propio
Señor Jesús nos dejó saber en el libro de Mateo, capítulo 24, sobre terribles
señales antes de Su venida, en especial en el versículo 7.
Mateo 24:7
“Porque se levantará nación contra nación,
y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes
lugares.”
Me enfocaré en este estudio en lo referente
a las pestes (enfermedades) y a los terremotos, porque de las hambrunas nos
enteramos muy seguido a través de los noticiarios televisivos y radiales,
además de en los periódicos.
De las pestes, puedo decir que ya algunas
de ellas se han extendido por el resto del mundo (pandemias).
¿Recuerdan cuando se inició la gripe
porcina AH1N1 en México?
El virus componente de tal gripe porcina
está compuesto por 2 virus de cerdo, 1 virus de ave y 1 virus de humano.
No quiero decir con esto que ya no se coma
carne de cerdo ni de aves, porque la carne no está contaminada, y los seres
humanos la podemos consumir normalmente, a menos que las autoridades de salud
digan lo contrario.
Esa “combinación” de virus intercambia
información arbitrariamente, por lo que está siempre en constante cambio.
Vamos ahora a diferenciar lo que es una
epidemia de una pandemia.
Epidemia:
Enfermedad que puede llegar a afectar hasta un solo Continente.
Pandemia:
Epidemia que se contagia de un Continente a otro.
En el ejemplo de la enfermedad ya citada,
ésta se ha convertido ya en una pandemia; en otras palabras, a dondequiera que
uno vaya, ahí estará presente tal virus.
Al mismo tiempo podemos darnos cuenta de
que el Señor Jesús no se equivocó al hacernos saber tal profecía: se está
cumpliendo antes nuestros ojos.
Con respecto a los terremotos en diferentes
lugares, también queda evidenciado la exactitud de la profecía de nuestro Señor
Jesús: se han estado suscitando varios de ellos en diferentes lugares.
Uno de los efectos más desastrosos que un
terremoto puede provocar, es un tsunami.
¿Qué es un tsunami? Primero vamos a ver que
proviene de 2 palabras japonesas que son: “tsu” (puerto o bahía) y “nami”
(ola).
De acuerdo a las 2 palabras japonesas
anteriores, podemos decir que un tsunami es una ola o una serie de olas que se
producen en una masa de agua al ser empujada violentamente por una fuerza que
la desplaza verticalmente.
Los terremotos (en especial los de gran
magnitud) que sean capaces de deformar verticalmente el fondo marino cuando la
masa de agua trata de recuperar su equilibrio, es cuando se provocan las olas.
Los volcanes en erupción, los derrumbes
costeros o subterráneos, los grandes meteoritos e incluso las grandes
explosiones, pueden generar un tsunami.
El tsunami más reciente de que yo tenga
memoria, ocurrió en Diciembre de 2004 en el sudeste asiático. Se cree que
durante ese fenómeno murieron como 150,000 personas, aunque se creía que fueran
más, dado que se complicaba el rescate de personas por las lluvias y los
temblores.
Un tsunami no es sentido por las naves en
alta mar, porque ahí las olas son pequeñas, ni puede visualizarse desde la altura
de un avión volando sobre el mar.
Usted dirá: ¿A qué quiere llegar el
expositor de este estudio con estos ejemplos? Solamente a exhortar a las
personas que aun no han aceptado a Cristo como su Salvador personal.
Olvídese ya de los prejuicios (el “¿qué
dirán?”) o del orgullo personal (“eso es para viejos; lo dejaré para después”.
“No me da la gana”).
Piense solamente en el destino espiritual
que a usted le depara: si acepta a Cristo como su Salvador personal, y vive en
obediencia a Él, de seguro va al cielo después de su muerte física; de lo
contrario, si rechaza a Cristo como su Salvador personal, de seguro usted va al
infierno. Deje que Cristo salve su vida, y no trate usted de hacerlo por cuenta
propia, como la persona “autosuficiente” que cité al principio de este estudio.
Sólo Él es Quien salva. Aprenda a
depender de Él.
Ofrezco disculpas por ser tan sincero, pero
es lo que mi Señor Jesús me manda a decir, y yo sólo Le obedezco. Recuerde que
el propio Señor Jesús nos advierte con tiempo de las cosas que están por
suceder, y no crea ya que en Su segunda venida a este mundo Él va a venir como
en la primera venida: manso y humilde.
Hechos 5:29
Hechos 5:29
“Respondiendo Pedro y los apóstoles,
dijeron: Es necesario obedecer a Dios
antes que a los hombres.”
Ahora vendrá como Juez, y por su bien, estimado
lector, no deje de aceptar a Cristo como su Salvador personal. Acepte el regalo
de vida eterna que Dios le está ofreciendo a usted a través de Jesús Su Hijo.
Mateo 24:33
“Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está
cerca, a las puertas.”
Hechos 17:30-31
17:30 “Pero Dios, habiendo pasado
por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
17:31 por cuanto ha establecido un día en
el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó,
dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.”
Lo mejor es estar preparados a la voz de
“ya”.
Mateo 24:44
“Por tanto, también vosotros estad
preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.”
Voy a ayudarle a aceptar a Cristo Jesús
como su Salvador personal, con esta oración:
“Señor Dios: me arrepiento ante Ti de todos
mis pecados y es mi deseo que Tu Hijo Jesucristo entre a mi alma, y sea el
Señor de ella, desde este momento y para siempre, amén.”
¿Ve qué fácil es convertirse ahora en hijo
de Dios? Sí, si usted aceptó a Cristo como su Salvador personal, usted ya fue
recibido en la familia de Dios, y sellado con Su Espíritu Santo.
Su cuerpo viene a convertirse ahora en
templo del Espíritu Santo, y por lo tanto es necesario que usted viva en
obediencia y santidad delante de Dios el resto de su vida.
Lea la Biblia, ore, amiste con personas que alaban y
bendicen a Dios y vaya con ellas a congregarse en una Iglesia local, para que
siga fortaleciéndose espiritualmente. No olvide de preguntarles a sus nuevas
amistades creyentes o al pastor de la Iglesia local las dudas que tenga al leer la Biblia.
Dios les bendiga.
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