“Un conductor designado.”
Por:
Rafael Carrasco.
En la actualidad hay muchos vehículos
automotores, y en verdad que en las llamadas “horas pico”, es un gran problema
circular con tanto conductor queriendo llegar, a un mismo tiempo, a su destino.
Es un verdadero caos cuando se forman los embotellamientos (o tapones) en
muchas de las calles de las diferentes ciudades. No se dejan esperar las
groserías que un conductor le grita a otro para que se mueva pero, ¿cómo se va
a mover, si hay semejante embotellamiento delante y detrás suyo? Generalmente
escuchamos en respuesta a esos conductores groseros: “pásale por arriba”, y
sabemos de hecho que es imposible que el conductor grosero lo haga, pero es una
forma “cortés” de ponerlo en paz, en vez de devolverle groserías a cambio de
sus insultos.
Es común ver en el rostro de muchas
personas, gestos de mal humor, y en otras, desesperaciones.
El enojo y la desesperación han hecho presa
de muchos de ellos. A veces, cuando la ofensa de un conductor a otro es grave,
se van a los puños.
¡Oh, Señor, danos paciencia con esos
embotellamientos y con esos conductores mal humorados y desesperados!
Aun si nos fijamos en las personas que
conducen su carro en forma reprobable, como lo son los borrachos, quienes están
bajo el influjo de alguna droga, algunas personas que no durmieron lo
suficiente o que están enviando mensajes de texto a través de teléfonos
celulares o incluso distraídos por ir haciendo llamadas por dichos teléfonos,
esas personas también pueden responder de forma violenta a un reclamo de otro
conductor.
Nadie estamos a salvo de enfrentar una
situación como esa, con personas que “sin querer” o “a propósito”, nos causan
molestias con su comportamiento.
Gracias a Dios que a nosotros, Sus hijos,nos
ha dado el dominio propio.
2 de Timoteo 1:7
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”
Y déjeme decirle algo, estimado lector:
aunque somos los creyentes hijos de Dios, no estamos exentos de enojarnos y
molestarnos contra quienes nos causan molestias, pero en obediencia a Dios
debemos procurar el auto controlarnos. Debemos “contar hasta 10”, como decía alguien en un
anuncio de televisión, y guardar la calma.
Mientras nuestra alma esté dentro de este
estuche llamado cuerpo, que es carne y sangre, estamos expuestos a pecar.
Afortunadamente, nuestra estancia en la Tierra es temporal, y
cuando los hijos de Dios muramos, nuestra alma va con el Señor al cielo; no así
de quienes no quieren aceptar a Cristo como su Salvador personal.
¿Y por qué digo que mientras nuestra alma
esté dentro de nuestro cuerpo, estamos expuestos a pecar? Porque el cuerpo es
el prototipo del pecado, pues él lleva a cabo las acciones que pensamos, si
esas acciones son malas, claro.
Cuando nos enfrentamos a una tentación, mientras
no cedamos a ella, queda como tentación.
Pero si
cedemos a la tentación, dicha tentación se convierte en pecado.
Recuerde que pecado es la transgresión de
la ley de Dios; en otras palabras, es la violación de los mandamientos que Dios
ha estipulado para nuestro diario vivir.
Con uno solo de los mandamientos que
violemos, nos hacemos culpables de violar todos ellos.
Es una carga espiritual mayor, la cual hay
que ir de inmediato a los pies del Señor y, arrodillados, suplicar Su perdón,
pero no volver a hacer tales faltas.
Todos estamos conscientes de que, para
vencer una tentación, hay que tomarnos fuertemente de la mano de Dios, sin
perder la fe en Él, estudiar la
Biblia y orar sin cesar.
Santiago 4:7
“Someteos, pues, a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros.”
1 de Tesalonicenses 5:17
“Orad sin
cesar.”
Ahora bien, ¿Qué es orar sin cesar? Es orar
todo el tiempo, sin dejar de hacerlo; es orar desde que despertamos hasta antes
de volver a acostarnos a dormir.
No sólo nosotros en la actualidad tenemos
necesidad de Dios en nuestra vida; también el rey David mencionó su necesidad
de Dios:
Salmos 27:11
“Enséñame, oh Jehová, tu camino, Y guíame por senda de rectitud A causa de mis enemigos.”
Estimado lector: Déjese conducir por Jesús.
Deje que Él sea el conductor designado para su vida.
No cometa el error de decir: “yo solo puedo
conducir mi vida, no necesito de nadie para hacerlo”.
Salmos 43:3
“Envía tu
luz y tu verdad; éstas me guiarán; Me
conducirán a tu santo monte, Y a tus moradas.”
No, estimado lector: No pierda su tiempo
pensando en la forma en que usted quiere vivir su vida sin Dios.
Hoy puede ser su día de salvación. Entregue
a Cristo su vida sin pensarlo 2 veces.
Olvídese de lo que dirán sus familiares,
amigos y vecinos, o de lo que usted tenga que renunciar por convertirse en un
hijo de Dios: borracheras, andar con prostitutas, tabaquismo, drogadicción
ilegal, narcotráfico, homosexualismo (tanto de hombre como de mujer) y hacer
fraudes.
Dé ahora mismo ese paso de fe, y viva una
vida santa, agradable a Dios. Voy a ayudarle a aceptar a Cristo en este
momento, con una breve y sencilla oración:
“Padre eterno, vengo arrepentido ante Ti de
todos mis pecados cometidos, y quiero en este momento renunciar a mi vida sin
Ti, a mi egoísmo y a mi autosuficiencia, y te ruego que Tu Hijo Jesucristo
entre a mi vida, y quiero serte fiel y servirte sólo a Ti de ahora en adelante,
amén.”
Con esa sencilla oración, usted puede tener
a Cristo con usted, y ser sellado con Su Espíritu Santo. Ahora sólo viva una
vida agradable a Él, de santidad; estudie la Biblia, ore y asista a una Iglesia evangélica
local y amiste con otros que también sirven al Señor con corazón sincero.
Dios les bendiga.
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