sábado, 26 de julio de 2014

Palabra de Dios: ¿negocio u obediencia?"

“Palabra de Dios, ¿negocio u obediencia?”
Por: Rafael Carrasco 

Estimado lector: no sé qué usted piense acerca de que si es conveniente o no andar cobrando por predicar en las Iglesias.
Lo único que puedo decirle es: que quien vive de predicar la Palabra de Dios, solamente debe vivir por fe en Él; es decir, no dudar de que Dios le puede suplir para todas sus necesidades.
Salmos 37:4 “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.”

Con la anterior cita bíblica, quiero decirle, estimado lector, que quien se dedica de tiempo completo a vivir de la predicación de la Palabra de Dios, no debe de vivir angustiado; debe estar convencido de que Dios cumplirá Sus promesas en Su tiempo.

Hace muchos años, yo conocí a un pastor que le dijo a la Iglesia: si quieren que les siga predicando, tienen que pagarme $1,000.00 pesos mexicanos (unos $100.00 dólares) por cada predicación, porque en ese entonces no teníamos pastor en la Iglesia, y se le hacía poco lo que se le había ofrecido como sueldo de pastor oficial. El caso es que no se llegó a un acuerdo, y se tuvo que nombrar a un ministro de culto provisional, quien con mucho amor en Cristo fue a prepararse en un Instituto Bíblico local para ejercer bien su trabajo, y lo que iba aprendiendo lo ponía en práctica de inmediato en la Iglesia. Este varón, aunque  tiene su negocio propio, gracias a Dios, decidió también tomar la decisión de llevar las riendas de la Iglesia en el nombre de Jesús, y no cobra por sus servicios como ministro de culto. Las ofrendas y diezmos que entran a la Iglesia, se usan para los gastos propios del Templo (recibos de agua, electricidad, teléfono, gastos de oficina,  dos cilindros de gas para el comedor, compra de material cristiano y materiales para construcción cuando el Templo así lo amerita.)

Debemos saber esto: que el tiempo de Dios no es el mismo que nuestro tiempo. El tiempo de Dios es llamado Kayrós, y es el tiempo en el cual Él se basa para hacer Su voluntad; nadie puede presionar a Dios a que Se apresure a conceder una petición, absolutamente nadie. En cambio, el tiempo nuestro es llamado Cronos, y es el tiempo común y corriente que tenemos día con día.
De manera que el tiempo de Dios y el tiempo nuestro, en definitiva, no son iguales. Así también los pensamientos de Dios no son los mismos que los nuestros.
Isaías 55:9 “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”

De manera que, como se dice por ahí: “nosotros no le llegamos ni a los talones a Dios”. Él es mucho para nosotros. Si nosotros quisiéramos “ponernos al tú por tú” con Dios, es como querer tapar al sol con un dedo, y eso no es posible.
Proverbios 16:18 “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.”
Salmos 76:10 “Ciertamente la ira del hombre te alabará; Tú reprimirás el resto de las iras.”

Las anteriores citas bíblicas significan que al hombre soberbio, Dios lo humilla, y exalta a aquel que es humilde de espíritu.
Salmos 138:6 “Porque Jehová es excelso (de singular excelencia), y atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos.”

Vamos a ver ahora a esas personas que predican la Palabra de Dios, pero tienen un empleo diferente, y que malamente aceptan un pago por llevar la Palabra de Dios a la Iglesia.
Es cierto que Cristo es rico en todo, pero Él no nos dejó el mal ejemplo de andar aceptando pagos por llevar Su Palabra a otros, cuando dependemos de un sueldo como trabajadores de un empresario.
Ejemplo de ello lo tenemos en el libro de 2 de Reyes, capítulo 5, en donde un siervo del profeta Eliseo llamado Giezi, aceptó tomar de mano de Naamán regalos en especie como pago del milagro que Dios hizo por boca de Eliseo.
2 de Reyes 5:9 “Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.”

Naamán era general del ejército del rey de Siria, y en aquel tiempo este general padecía de lepra. Como había oído de la buena fama de Eliseo, varón de Dios, quiso ir a él y pedirle que lo sanara de su lepra. Lo que enojó a Naamán fue que Eliseo no salió a recibirle personalmente, sino que le envió un mensajero mandándole que se zambullera siete veces en el Río Jordán, y quedaría limpio de su lepra. Los siervos de Naamán le rogaron que hiciera como le había mandado Eliseo, y lo convencieron. Su piel quedó limpia como la de un niño, y quiso recompensar a Eliseo por ello.

Eliseo no aceptó regalo alguno de Naamán, porque las cosas de Dios no se cobran, pues si Cristo cuando anduvo aquí en la tierra nunca cobró por las maravillas que hizo, ¿por qué nosotros los cristianos tenemos que andarle cobrando a la gente, por ejemplo, por orar por otros, o por ministrarles la Palabra de Dios, ya sea en sus casas, en los hospitales, o en la cárcel?

Pues fue precisamente lo que hizo Giezi, el siervo de Eliseo: cayó en el pecado de la codicia, y fue y siguió a Naamán y aceptó de él los presentes que le había ofrecido a Eliseo, usando también de la mentira de que Eliseo lo había enviado a finalmente aceptar los regalos de Naamán por el milagro divino recibido.  
2 de Reyes 5:20-24 “Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor (Eliseo) estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa.
Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien?
Y él dijo: Bien. Mi señor (Eliseo) me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos.
Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas de dos de sus criados para que lo llevasen delante de él.
Y así que llegó a un  lugar secreto, él (Giezi) lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en su casa; luego mandó a los hombres que se fuesen.”

Todavía se dio lujo Giezi de quererle mentir a Eliseo, cuando éste le preguntó de dónde venía, y le respondió que no había ido a ninguna parte.
Pero Giezi no contaba con que el Espíritu Santo estaba en Eliseo, el cual le reveló que Giezi había aceptado regalos de Naamán por el milagro recibido.

Esto enojó sobremanera a Eliseo, el cual sentenció, de parte de Dios, a Giezi a contagiarse de la lepra de Naamán, y no solamente a él, sino también a su descendencia para siempre. Al momento Giezi salió de delante de Eliseo enfermo de lepra, blanco como la nieve.  

Esta enseñanza bíblica nos lleva a reflexionar en lo siguiente: que cuando Dios nos mueva a hacer algo a favor Suyo, no hagamos de la obediencia a Él un negocio; es decir, andar aceptando regalos por hacer la voluntad de Dios.

Dios es muy generoso con quienes le obedecen sinceramente, y Él bendice en tiempo y forma; eso no hay que olvidarlo.

Dios les bendiga.




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