“¿Reyes o esclavistas?”
Por: Rafael Carrasco
Es verdaderamente tremendo eso de que hoy en día los hijos manden en muchos hogares, por no decir en todos, porque eso sí sería el colmo de los colmos.
Es común oír decir a mucha gente: los niños son “los reyes” del hogar; y déjeme decirle que eso de “idolatrar a un hijo” es un error garrafal, porque va fomentando en ese hijo la soberbia. A un hijo hay que amarlo, no idolatrarlo. Ese hijo soberbio se convertirá muy pronto en “esclavista” de sus propios padres; en otras palabras, los padres serán esclavos incondicionales del hijo idolatrado, que es lo peor del caso.
Ya hace varios años se usa el que una pareja tiene obligadamente, cada uno de ellos, la tarea de ir a trabajar para solventar los gastos normales de una casa.
Hubo un tiempo grande en que la esposa se quedaba en casa a realizar los quehaceres del propio hogar, y con ello el tener contacto más frecuente con sus hijos. Con el hecho de que ahora ambos cónyuges trabajen, los hijos prácticamente “se crían solos”, y eso es un verdadero caos familiar y social.
No quiero decir con ello de que aunque ambos esposos trabajen no se den el tiempo para criar a sus hijos conforme a la Palabra de Dios. Al contrario, es posible hacerlo; es cuestión de saber administrar el tiempo libre que la pareja tiene para poner de inmediato manos a la obra.
Estimado lector: si usted conoce en algo la Biblia, puede darse cuenta que en el libro de los Proverbios se da un sinnúmero de consejos sabios respecto a diferentes circunstancias de la vida diaria. Por ejemplo:
Proverbios 29: 15 “La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.”
Ahora bien, ¿dígame usted, estimado lector, por qué hay muchos padres de familia que se quejan de que no aguantan a sus hijos?
Por la sencilla razón de que “les dieron alas” (les toleraron muchas cosas) desde pequeños, y ahora no los pueden controlar. Prácticamente, a esos padres de familia “los hijos se les salieron de las manos”.
Y en este caso, nadie es más culpable que los propios padres, por el error de crianza que les dieron a esos hijos, ahora rebeldes e insoportables.
Tampoco quiero decir con esto de que no se les muestre amor a los hijos, pero no concederles todo lo que ellos pidan. Más bien, hay que hablar con ellos y hacerles entender que todo en esta vida cuesta, y que si quieren conseguir lo que buscan, deben de pagar un precio por ello. Por ejemplo; si un hijo quiere un reloj Rolex, siendo sus padres de escasos recursos, o aunque sus padres fueran ricos, al menos para mí se me hace una exageración que un hijo pida un Rolex, habiendo otras marcas de relojes que salen también muy buenos, y muy durables. ¿Para qué conceder a un hijo un capricho de esta naturaleza? Si un padre o una madre se lo compra, no está sino alimentando una manera de ser soberbia y egoísta en ese hijo, de tal manera que si alguna vez sus padres no le conceden lo que él o ella les pidan, ese hijo puede hasta golpear e incluso medio matar a sus padres por la ira que provocaría en él o en ella la negativa de sus padres a seguirle concediendo caprichitos.
Sabemos que un capricho viene siendo algo así como una postura necia y egoísta a la vez, de la que una persona no se mueve, hasta que se le concedan sus deseos.
Para una persona caprichosa, es común querer ver a los demás como sus sirvientes. Es una persona que se hace indeseable para la sociedad, y que muchas veces los demás pueden juzgarla de loca, por las actitudes tan particulares que ese tipo de persona acostumbra poner en práctica.
Ya lo he dicho en otros mensajes: es bueno pegarle a los hijos para corregirlos, pero no al grado de matarlos; solamente lo necesario para que aprendan que no deben de hacer tal o cual cosa que no esté bien delante de Dios.
Yo no estoy de acuerdo del todo con las Autoridades con eso de que implementaron una Ley que defiende a los hijos contra abusos de sus padres o de otros mayores, por la sencilla razón de que sabiendo eso muchos muchachos y muchachas se rebelan contra sus padres cuando quieren corregirlos, y esos hijos ahora rebeldes amenazan a sus padres con denunciarlos a la policía, aunque los pobres padres ni siquiera les hayan puesto una mano encima. En algunos casos, los mismos muchachos se agreden o piden a algún amigo o hermano que los golpee y tener así un motivo para acusar a sus padres injustamente de haberlos golpeado, a sabiendas, reitero, de que ellos son protegidos por las leyes. Yo he sabido de algunos casos en que algunos hijos han enviado a su propio papá a la cárcel con la calumnia de que les pegó o que los insultó. Lo enviaron a la cárcel por un tiempo, y ellos riéndose a carcajadas del pobre papá que ahora enviaron preso.
Supe del caso de una niña de escuela elemental que amenazó a su madre con denunciarla a la policía si le pegaba para corregirla. Fíjese nomás, estimado lector: una niña de escuela elemental amenazando a la madre. Y de hecho, la madre malamente se puso en paz; no habló más del asunto con la niña.
Mire nomás el error de haber permitido que la hija se enseñoreara de la madre; al ver la hija la debilidad de la madre, ahora esa hija se va a sentir con más derecho de ponerle, por así decirlo, los pies sobre la cabeza a la madre. Esa hija en un futuro no muy lejano querrá que cuando ella hable, la madre mire sólo hacia el piso, ¡y pobre de la madre que mire a su hija a la cara! No haría yo un gran esfuerzo por imaginar la serie de bofetadas e insultos que esa hija ejercería sobre su propia madre. La dejaría tal vez tirada en el suelo con la cara sangrante por los golpes recibidos de manos de su propia hija.
Es tremendo, estimado lector, saber de situaciones como estas.
Proverbios 29:17 “Corrige a tu hijo, y te dará descanso (honra), y dará alegría a tu alma.”
Dios una y otra vez insta a los padres de familia a que corrijan debidamente a sus hijos, para que crezcan siendo personas de bien, y no gente “non grata”.
Dios no quiere que haya en nuestra sociedad “lacras sociales”; en otras palabras, jóvenes y señoritas rebeldes en grado sumo, que quieren hacer todo lo que les venga en gana, sin que alguien les diga algo por ello.
Muchos hijos rebeldes abusan de la libertad que tienen para convertirse en libertinos. El libertinaje es el abuso del uso de la libertad a la que una persona tiene derecho a disfrutar.
Estimado lector: no se deje “ensillar” por hijos rebeldes, que a la vez son verdaderos manipuladores de sus padres y, en el peor de los casos, los tratan como marionetas que pueden manejar a su antojo.
Hijos: a ustedes les hablo en esta hora, no humillen a sus padres al grado de manejarlos como marionetas; más bien, sométanse a ellos, obedeciéndoles en todo, porque eso agrada a Dios. Respétenlos y quiéranlos, sean sus padres buenos o malos, ricos o pobres, sanos o inválidos; no importa: respétenlos y quiéranlos.
Efesios 6:1 “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.”
Alguien dijo por ahí: “desde que los padres de familia les cedieron la autoridad en la casa a sus hijos, muchas familias son un verdadero caos”.
Claro que también hay amonestación de Dios para los padres de familia:
Efesios 6:4 “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”
Eso de “provocar a ira a los hijos”, es meramente no ponerse a discutir con ellos de acuerdo a sus caprichos; si empiezan esos hijos a querer pelear contra los padres, es mejor ponerles el alto con tiempo: “A mí me vas a respetar, quieras o no, porque soy tu padre (o tu madre) y no cualquier muchacho de tu edad”. Si con esas palabras los hijos deciden salir de casa a que se “les baje el enojo”, no dejen que ellos se salgan con la suya. Impónganse ustedes, padres de familia, porque en ustedes recae la responsabilidad de la crianza y educación que les den a sus hijos en el hogar. Ustedes, padres de familia, son la autoridad en el hogar, porque Dios así lo dispuso, amén.
Criar a los hijos en disciplina y amonestación del Señor significa educarlos de acuerdo a como Dios manda. Recuerden, padres de familia, que si desde pequeños educan convenientemente a sus hijos, jamás tendrán quejas de otras personas respecto de ellos; por el contrario, se los van a alabar.
Ese refrán que dice: “árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza”, se refiere en especial a los hijos mal educados por sus padres. Pero déjeme decirle, estimado lector, que Cristo es el Único que puede destorcer a cuanto “árbol torcido” (hijo mal criado) haya. ¡Gloria a Él!
Cristo es el Único que puede enderezar lo torcido, por más increíble que parezca, si Él así lo quiere.
Proverbios 22.6 “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.”
Estimado lector: si usted es padre o madre de familia, y quiere que sus hijos valgan la pena como tales, y a la vez sean bien aceptados por otras personas, siga los consejos sabios que Dios ofrece en Su Palabra, la Biblia, para educarlos.
Dios les bendiga.
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