“SEXTA PALABRA DE JESÚS.”
Por: Rafael Carrasco
Lucas 23:46 “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.”
En el contexto bíblico, vemos a un Jesús al borde de la muerte, aunque ya viendo la luz de Su triunfo sobre Satanás, que ya muy pronto se vería concretada.
Es muy bonito tener a alguien de confianza, para delegar en ese alguien algo de mucha importancia para uno.
En el caso de Jesús, estaba confiándole a Su Padre Celestial Su propio Espíritu; es decir, la parte más íntima de Su Ser.
Para entender esto, es necesario repetir lo que en otras ocasiones he dicho:
Todos los seres humanos somos tripartitas: tenemos cuerpo, alma y espíritu.
a) El cuerpo es la única de las tres partes del ser humano, que es visible.
b) El alma es donde se guardan los sentimientos, los pensamientos y la voluntad de cada persona. Es en ella donde nacen los buenos o los malos deseos, y el cuerpo las lleva a cabo. Es en ella donde se obedece a Dios, o se peca.
c) El espíritu es la parte más íntima del ser humano, que siempre está en contacto con Dios.
De ahí que, como Jesús también es Hombre, puesto que nació de María en este mundo, también es un Ser tripartita: tiene Cuerpo, tiene Alma y tiene Espíritu.
Por eso decidió confiar el cuidado de Su Espíritu a Su Padre Celestial, una vez que Jesús muriera sobre esa cruz, para que Satanás no tuviera más argumento para pelear con Jesús.
Sabemos que Jesús tendría que ir al infierno para rescatar las almas de gente piadosa que Satanás se había apoderado de ellas, y que al resucitar Jesús después de tres días de haber muerto, se llevaría con Él esas almas al Paraíso mismo, incluyendo el alma del malhechor crucificado a Su lado que Lo aceptó como su Salvador personal.
Por lo tanto, la aplicación para nuestras vidas con este suceso es:
Aprendamos a confiar en Dios de todo corazón, para que siempre tengamos de Él bendiciones en abundancia. Dejémosle a Él la venganza de nuestros enemigos, porque de Él es la venganza, y no nuestra.
Dios les bendiga.
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