“¿Por qué se puede frustrar un
predicador?”
Por: Rafael Carrasco.
En la vida y,
en especial al tratar de evangelismo personal o masivo, puede ocurrir que no
inmediatamente se convierta a Cristo al menos una persona.
Esto, en muchas
ocasiones, y para algunos predicadores, resulta frustrante, porque creen que
han fracasado en su intento de llevar a Cristo a cuando menos una persona.
Para el caso,
todo predicador debe entender esto: la conversión a Cristo es un
proceso (a corto, mediano o largo plazo) que sólo compete a Dios.
El predicador sólo debe limitarse a predicar la Palabra , a ayunar y a
orar, para dejar los resultados a Dios.
Romanos 9:16
“Así que no depende
del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.”
La labor del
predicador es sembrar la buena semilla.
Marcos 4:26-29
“Decía además:
Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;
y duerme y se
levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.
Porque de suyo
lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la
espiga;
cuando el fruto
está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.”
Como acabamos
de leer en el pasaje antes descrito, el proceso de conversión a Cristo es sólo
responsabilidad de Dios.
La buena
semilla es la palabra de Dios, y la tierra, que abarca los tipos de terrenos
diferentes sobre los que la palabra de Dios cae, son los diferentes tipos de
personas que la reciben, y obviamente reaccionan de diferente modo a la Palabra de Dios.
De manera que
en un solo terreno hay diferentes tipos de tierra, y cada semilla sembrada,
según el lugar en que haya caído, tendrá su crecimiento de acuerdo a la
condición de cada tipo de tierra.
Pero aquí hay
algo importante: que a un terreno se le puede obligar a ser 100%
productivo, trayendo un tipo especial de tierra para poder sembrar en ella, o
tal vez fertilizando la tierra que ya se tiene en el terreno, o tal vez
barbechando bien el terreno, pero a una persona no se le puede obligar a sea
productiva en lo espiritual.
El proceso de
cómo una semilla se va convirtiendo en una planta es un secreto de Dios nunca
revelado al ser humano.
Ahora bien,
¿por qué Se reserva Dios el derecho de revelación en cuanto a eso? Porque Él
tiene Sus razones para no revelar tal proceso. Tal vez Él considera que para
nosotros es mejor ocuparnos del evangelismo que de querer saber cómo es el
proceso de transformación de una semilla en una planta debajo de la tierra.
Y de hecho, es
la tarea de parte de Dios que debemos hacer: predicar Su palabra, para que
luego Cristo venga por Su Iglesia y sucedan las cosas que ya están profetizadas
desde hace buen tiempo.
Mateo 28:19-20
“Por tanto, id,
y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles
que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén.”
Los siervos y
siervas de Dios no tenemos excusa alguna: o lo hacemos, o nos atenemos a las
consecuencias.
Romanos 14:12
“De manera que cada
uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.”
En otras
palabras, ni usted va a poder sacar la cara por mí ante Dios, ni yo por usted. Cada
persona va estar cara a cara delante de Dios, y tendrá que rendirle a Él
cuentas de los actos que hizo aquí en la Tierra.
Una de las
cláusulas divinas es: que para que Cristo venga por Su Iglesia, es necesario
que el Evangelio sea escuchado en todo el mundo.
Mateo 24:14
“Y será
predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a
todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Sin embargo,
hay 2 pasos que un predicador debe de seguir para no sentirse frustrado al
buscar almas para Cristo:
PRIMERO.- Que
el predicador entienda qué cosas dependen de el y qué cosas dependen de Dios.
Claro que no
sólo los predicadores buscan almas para Cristo; también los demás creyentes que
somos siervos del Señor lo hacemos. El desarrollo espiritual de cada persona
que escucha el Evangelio depende de Dios, y a nosotros nos compete sólo
evangelizarlas.
SEGUNDO.- El
predicador y los creyentes que somos siervos de Dios debemos saber
comprender los procesos espirituales.
Por ejemplo:
cuando uno trabaja con hierro, y quiere doblarlo, tiene que aplicarle primero calor
y luego fuerza.
Pero el
evangelismo se hace con personas, y no las podemos forzar de ninguna manera.
Es una decisión que cada una de ellas debe tomar: o acepta a Cristo como su
Salvador personal, o Lo rechaza.
Como he dicho
en otros estudios: cualquiera que sea la decisión que cada persona tome acerca
de aceptar o rechazar a Cristo como su Salvador personal, de esa decisión
tendrá que dar cuentas a Dios un día.
Como sabemos
que cada persona tiene su propio carácter, y cada una de ellas va a reaccionar
diferente ante el Evangelio, el proceso espiritual de conversión de la persona
que acepte a Cristo como Salvador personal puede durar días, meses y hasta
años.
Como su nombre
lo indica, proceso espiritual, se manifiesta desde dentro hacia
fuera. Es un proceso que requiere de paciencia y perseverancia en la
oración, tanto del predicador como de los creyentes siervos del Señor que
estamos haciendo la voluntad de nuestro Dios.
Muchas almas
están tan duras, que la buena semilla no puede entrar en ellas. Otras almas
guardan bajo su superficie rocas de incredulidad, que no permiten a la buena
semilla desarrollarse. Otras almas ahogan la efectividad de la buena semilla
con la cizaña de la avaricia. Otras almas son como la buena tierra: dan fruto,
pero aun en estas buenas tierras, los resultados no son inmediatos.
No hay mayor
privilegio que el que se nos haya confiado la proclamación del Evangelio,
privilegio que compartimos todos los siervos de Dios. Pero para que tal gran
comisión no se vuelva fuente de continua frustración, debemos comprender cuál
es nuestra responsabilidad y cuál es de Dios.
También debemos
comprender que la realidad de la conversión y de la transformación de una vida no
es instantánea, sino que están sujetas procesos muchas veces imperceptibles.
De manera que
Dios es el Único que nos puede hacer crecer espiritualmente.
Él les bendiga.
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