lunes, 19 de enero de 2015

"Lo que todos debemos saber acerca de la muerte."

“Lo que todos debemos saber acerca de la muerte.”

Por: Rafael Carrasco.

Si algo es verdad, es que mucha gente no quiere saber, ni aun oír algo acerca de la muerte. Y eso, porque teme morir y también porque ignora qué hay después de ella.

En sí, a la muerte la define la Biblia como: “separación de Dios”.

Sabemos que la palabra “muerte”, está escrita en la Biblia más de 300 veces.
Se le usa de diferentes maneras en la Biblia.

Jesús la ha comparado como “un sueño”.
Juan 11:11-14
11:11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.
11:12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.
11:13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.
11:14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;”

Aunque la palabra muerte significa básicamente “separación de Dios”, identificada como “sueño”, está mencionada así  más de 50 veces en la Biblia.

El sueño es un estado de inconsciencia, en el cual la persona que duerme no tiene noción del tiempo ni de lo que sucede a su alrededor.

El intervalo entre la muerte y la resurrección, está descrita en la Biblia como “un sueño”.
Morir es como ir a dormir, y el próximo pensamiento consciente que uno podría tener será cuando a uno el Señor lo resucite y le dé a uno, de esta manera, la vida de vuelta.

Cuando una persona desobedece a Dios, muere.
Génesis 2:16-17
2:16 “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
2:17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”

En el pasaje anterior, está implícita la consecuencia a la desobediencia: la muerte.

Cuando Adán desobedeció a Dios, no murió físicamente ese mismo día, pero Jehová lo sacó del huerto de Edén.
Génesis 3:23-24
3:23 “Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
3:24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.”

De esa manera, Adán “murió”, al ser separado del favor de Dios.
Fue una muerte espiritual.

Cuando una persona aun no acepta a Cristo como su Salvador personal, aun está muerta espiritualmente.
Romanos 6:23
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Es lamentable saber que el estar separado (muerto espiritualmente) el ser humano de Dios, viene desde el momento en que Adán fue separado del favor de Dios en el huerto de Edén.
En otras palabras, es una muerte espiritual generacional; es decir, de generación en generación.

Por eso es que se dice en Romanos 3:23
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,”

La palabra “todos” en este pasaje bíblico, significa toda la humanidad, puesto que todos los seres humanos somos descendencia de Adán.

Una persona deja de estar muerta espiritualmente, cuando esa persona acepta a Jesús como su Salvador personal. En ese momento, esa persona vuelve a acercarse a Dios, y recibir Sus bendiciones y misericordias.
Isaías 55:6-7
55:6 “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
55:7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.”

Hay una cosa muy curiosa: cuando uno acepta a Cristo como su Salvador personal, “muere también”, espiritualmente, al pecado, y resucita a una vida eterna con Jesús.

Es cierto que está establecido que todo ser humano muera físicamente, pero un sola vez.

Hebreos 9:27
“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,”

Sí, moriremos físicamente, pero luego seremos resucitados por Cristo para ser juzgados por Él, en Su tribunal.
Romanos 14:12
“De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.”

Romanos 14:10
“Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo.”

El tribunal de Cristo será un lugar de juicio para todos los seres humanos. Los hijos de Dios seremos primeramente juzgados por Cristo, evaluando Él nuestras obras aquí en la Tierra, mientras estuvimos vivos, obviamente.
Luego, juzgará a la gente que no quiso Aceptarlo como su Salvador personal.

Se hace, pues, necesario que cada persona se ponga a cuentas con Dios, para ser libre de la condenación eterna.
Isaías 1:18
Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.”

Cuando una persona vive en los placeres del mundo, espiritualmente está muerto. Sabemos de hecho que obedecer al mundo (esto es, a todo placer que agrade a nuestro cuerpo) y obedecer a Dios al mismo tiempo, no es posible.
Mateo 6:24
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”

1 de Timoteo 5:6
“Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta.”

Aquí se habla de la gente que prefiere satisfacer sus placeres, que humillarse a aceptar a Cristo como su Salvador personal.

Hay que recordar que la soberbia del ser humano es aborrecida por Dios, y el ser humilde de corazón Le agrada.

Cuando una persona muere físicamente sin haber aceptado a Cristo como su Salvador personal, está perdida.
En el juicio final que Dios ejecute sobre esa persona, esa persona estará separadamente para siempre de Dios.

No podemos evitar la muerte física, pero sí podemos evitar la muerte espiritual.

Debemos aprender a morir al pecado, reconociendo en oración a Dios que somos pecadores; luego, confesar nuestros pecados a Dios y finalmente aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal.

Cuando uno acepta a Cristo como su Salvador personal, lo hace estando arrepentido sinceramente.

Arrepentimiento es un cambio de actitud hacia el pecado; en otras palabras, es dar la espalda al pecado y sus placeres, y seguir a Jesús.

Me despido con esta reflexión: ¿qué planes tiene usted para su vida? ¿Está entre sus planes aceptar a Cristo como su Salvador personal, o seguir alimentando sus placeres pecaminosos?
Usted elige, nadie lo hará por usted.

Dios les bendiga.







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