sábado, 23 de mayo de 2015

"La paciencia contra la impaciencia: una gran pelea."



“La paciencia contra la impaciencia: una gran pelea.”

Por: Rafael Carrasco.

Cuando uno se siente viviendo un drama en la vida secular, eso, obviamente, afecta grandemente el estado de ánimo.

Las cosas de Dios, si algo precisamente no tienen, es lógica humana.
¿Por qué? Por la sencilla razón de que Él todo lo sabe y nuestra inteligencia es limitada.
No podemos reducir a Dios al tamaño de nuestro cerebro; eso es prácticamente imposible.
Es como querer tapar al sol con un dedo, y usted puede comprobarlo. Es imposible tapar a un astro tan grande como el sol con tan sólo un dedo.
Una pregunta muy común es la siguiente: ¿Por qué me pasa esto a mí? Esa es una pregunta que seguramente nadie nos va a responder.

Satisfactoriamente, alguien pude aconsejarnos a no rendirnos ante tal o cual problema y a seguir adelante; pero como que a uno no le es suficiente oír eso. Sigue uno sintiéndose mal, anímicamente hablando.

Y lo más triste es que cuando uno ha sido consejero de otros, y uno se siente mal anímicamente, nada de lo que uno utilizó para alentar a otros parece venirle bien a uno mismo.

Santiago 1:2
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,”

Del anterior texto bíblico, vamos a tomar como palabra clave: “cuando”.
De entrada, esta palabra nos da a entender una circunstancia. Dicha palabra, en el texto bíblico anterior, significa que, a corto, mediano o largo plazo, nos guste o no, lo entendamos o no, lo aceptemos o no, alguna prueba se cruzará en nuestro camino, y lo que es peor, de diferente magnitud cada vez que una prueba se nos presente.

Mateo 5:12
“Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”

Este texto bíblico nos enseña que una de las posibilidades de sufrir pruebas, radica en el hecho de que cuando el Señor deposita en uno la gracia de uno de los ministerios del reino de los cielos, se sirve a dicho Reino con rigor con inclemencias.
Dicho en otras palabras: el Señor nos exige que Le prediquemos tal y como Él nos dejó escrito en la Biblia, además de soportar las inclemencias del clima donde uno vaya a ministrar, y no tan solamente las inclemencias del clima, sino también la incomprensión y el desprecio de muchas de las personas que nos oigan ministrando a Cristo.

Un “evangelio suave (light)” o “maquillado”, no sirve para ministrar a Cristo a las personas no creyentes, porque maquillar el Evangelio es como sobarle el pecado a las personas no creyentes; es como tolerar las porquerías espirituales que cada persona no creyente trae en su alma.

Hebreos 10:34
“Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.”

Este texto bíblico nos deja ver que las pruebas han de sobrevenirnos a todos los creyentes que un día hicimos un compromiso con Cristo de Seguirle y Servirle.

Esto del despojo de pertenencias me recuerda a la película “Chamula: Tierra de sangre”, en donde se despojaba de sus propiedades a indios Chamula cristianos que predicaban a Cristo en el Estado mexicano de Chiapas, frontera con Guatemala.
¿Y sabe por qué los despojaban? Porque querían que los indios cristianos se fueran de ese lugar, y no tan solamente con la amenaza de despojo, sino también con amenazas de muerte.
Si no mataban al cristiano predicador, mataban a su familia delante suyo.
Desgraciadamente, en ese Estado mexicano, como en el resto de México, reina la idolatría, la cual es abominación a Dios.
Éxodo 20:2-6
20:2 “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
20:3 No tendrás dioses ajenos delante de mí.
20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
20:6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.”

Mateo 4:10
“Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”

1 de Pedro 1:6
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,”

En este texto bíblico es muy leve la mención, pero suficiente como para entender definitivamente que, si Dios considera necesario para nuestro crecimiento espiritual permitir que determinadas pruebas vengan sobre nuestras vidas, sin duda que Él lo hará.

Ahora bien, ¿Por qué puede considerar Dios necesario que los creyentes pasemos por pruebas? Porque Él sabe muy bien que nuestra prueba producirá un fruto del Espíritu Santo llamado paciencia.

Santiago 1:3
“sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.”

La paciencia se define como: La capacidad para esperar con  tranquilidad las cosas, y soportarlas por pesadas que sean, y en cualquier tipo de adversidades.

Hasta aquí, hemos visto que la paciencia viene siendo hija de la prueba, en donde todos aquellos que la practican están dejando que el Espíritu Santo manifieste tal fruto en sus vidas y en sus almas.

Convertirse en creyente no lo libra a uno de todas las dificultades con las que nos podríamos topar a lo largo de nuestra vida física. La Biblia evidencia que, para poder obtener paciencia después de cada prueba a la que Dios nos someta, irremediablemente nosotros tendremos que pagar un precio; y ese “precio” es soportar todas y cada una de las pruebas a las que Dios nos someta.

Ahora bien, la actitud madura del creyente ante la adversidad de una prueba, es “enfrentarla con sumo gozo”.
Esto, humanamente hablando, suena ilógico; pero en realidad es una deliberada e inteligente evaluación de las circunstancias desde la perspectiva de Dios, para ver a la prueba como un medio para el crecimiento moral y espiritual.
Santiago 1:2
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,”

Someter a prueba algo, es comprobar su calidad de genuino; y en el caso que estamos estudiando, es comprobar que nuestra fe en Jesús es genuina, es real.

En la Biblia, la paciencia es la perseverancia hacia una meta, ante las pruebas, o una expectante espera por el cumplimiento de una promesa divina.

Jesús mismo es el más grande ejemplo de paciencia.
Hebreos 12:2
“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”

Vamos ahora al otro lado de la moneda: la impaciencia o desesperación.

La impaciencia no es aprobada por el Señor, porque es contraria a Su manera de ser: Él es paciente, y todo Él lo hace en Su tiempo (Cairos), y no en el nuestro (Cronos).

Por ello, la soberanía de Dios debe ser un poderoso aliciente para nosotros los creyentes y también para los no creyentes, pues Le complace exhortarnos a venir a Él.

Mateo 11:28
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”

En algún estudio de los muchos que un servidor tiene hechos, mencioné que la soberanía de Dios es la total libertad de que Él goza para hacer lo que Él quiera, cuando quiera y dondequiera.

Isaías 43:13
“Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?

Ante tal pregunta del Señor, nos resta sólo contestar: “Nadie, Señor. Sólo Tú eres todopoderoso y eterno”.

Para concluir: debemos echar mano de los ejemplos de paciencia perseverante que vienen escritos en la Biblia, de la cual no nos arrepentiremos de haberla practicado, pues veremos resultados en el tiempo de Dios. Asimismo, dejemos que Dios tome el control de nuestra impaciencia, la cual se produce al nosotros querer que las cosas se hagan a nuestro capricho.

Dios les bendiga.

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