“El adulterio”.
Por: Rafael Carrasco
El adulterio es un pecado tan grave como los demás que Dios prohíbe, y que incluso está enlistado en los 10 Mandamientos que Él le dio a Moisés en el Monte Horeb.
Éxodo 20:14
“No cometerás adulterio.”
Es un pecado que deja heridas profundas en el alma, que nunca llegan a cicatrizar, tanto en los esposos como en los hijos.
Muchos hombres y mujeres han quedado tan atrapados en el adulterio, que incluso llegan a procrear con sus amantes: hijos que tal vez crezcan sin la figura paterna, y que sufrirán traumas y comportamientos antisociales.
En fin, muchos hogares han sido destruidos por hombres y mujeres infieles.
El “príncipe del sexo oculto”, Satanás, se ha encargado de promover el sexo ilícito, y por eso la infidelidad matrimonial ha llegado a agravarse tanto.
Al adulterio se le define como: ayuntamiento carnal “voluntario” entre una persona casada y otra persona soltera o casada, pero de distinto sexo, y que no sea su cónyuge.
El Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado define al adulterio: Relación sexual entre un hombre casado, y una mujer que no es la suya, o entre una mujer casada y un hombre que no es su marido.
La Biblia nos enseña que Dios nos exige no sólo confesar como pecado el adulterio, sino también que lo desechemos de nuestras vidas.
Proverbios 28:13
“El que encubre sus pecados no prosperará;
Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”
Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”
El adulterio no sólo incluye la comisión carnal del acto sexual con una persona diferente a su esposo o esposa, sino también el mirar con deseo a una mujer.
Éxodo 20:17
“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.”
Lo que el Señor condena es tener un deseo inmoral que procuraría satisfacción si se presentara la oportunidad; en otras palabras, el deseo por el placer sexual ilícito, si se contempla y no se resiste, es pecado.
En una ocasión, un predicador dijo lo siguiente: “si estando casado miras a una mujer la primera vez, estás usando el sentido de la vista; si la miras la segunda vez, estás permitiendo ser tentado; si la miras la tercera vez, has abierto tu corazón al pecado. Más allá de esta tercera vez, es definitivamente pecado.”
¿Acaso se permitía el adulterio en el Antiguo Testamento? Definitivamente, no.
Dios nunca estuvo ni ha estado de acuerdo con tal pecado. Tan sólo un ejemplo: en el caso de Adán, Dios le proveyó una y sólo una mujer para que fuese su compañera.
Génesis 2:22
“Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.”
Sin embargo, en pos de que el hombre pudiera procrear y llenar la Tierra, actos que hoy consideramos inmorales, debido a la ley, necesariamente tenían que obviarse, por ejemplo:
¿Con quién se casó Caín? Con una de sus hermanas. De otra forma, ¿en qué otra forma podía Caín procrear, si hasta el momento sólo existían su padre, su madre y sus hermanos?
De igual manera sucedió con los nietos de Noé después del diluvio: tuvieron que procrear con sus hermanas, para que la raza humana no desapareciera.
Vemos entonces que, aunque esa no fue la intención de Dios, sino sólo después del diluvio, el hombre que tendía a forjar una sociedad sin discusión machista, tomaba para sí varias esposas.
Esto se refleja especialmente en personas de poder como David y Salomón, y por hombre de gran influencia, como Abraham.
Las consecuencias de esos pecados fueron notables:
Dios le dio muerte al hijo que David tuvo con Betsabé.
2 de Samuel 12:11-19
“Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol.
Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol.
Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.
Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.
Y Natán se volvió a su casa. Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente.
Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra.
Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan.
Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto?
Mas David, viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto.”
Salomón terminó por adorar ídolos, por influencia de una de sus mujeres.
1 de Reyes 11:4
“Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David.”
1 de Reyes 11:11-13
“Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo.
Sin embargo, no lo haré en tus días, por amor a David tu padre; lo romperé de la mano de tu hijo.
Pero no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, la cual yo he elegido.”
En el caso de Abraham, las muertes que aun se suscitan entre árabes (descendientes de Ismael) e Israel (descendientes de Isaac) se deben a que Abraham procreó de 2 mujeres diferentes: Agar y Sara.
Vemos, en resumen, que el pecado de adulterio en cada uno de estos hombres, trajo consecuencias para mal.
Es evidente que Dios castiga a quienes cometen adulterio.
El Nuevo Testamento no deroga nada; lo que Jesús hizo en el Nuevo Testamento, fue ampliar sustancialmente la cobertura de lo que, por definición, consiste el adulterio. Dios no cambia.
Malaquías 3:6
“Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.”
Hebreos 13:8
“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.”
Con el adulterio, no sólo ofendemos a Dios, sino que también destruimos al cónyuge que ha depositado en nosotros su confianza.
El adulterio generalmente es devastador. El sexo prohibido puede convertirse en una adicción que puede y suele tener consecuencias devastadoras para una persona y una familia.
Ahora bien, las consecuencias del adulterio, serían las siguientes:
Ser excluidos de la presencia de Dios, lo que conlleva un juicio eterno.
1 de Corintios 6:9-10
“¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,
ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.”
Se habrá “quebrado” la confianza que se tenía en la pareja.
Pérdida del respeto de los hijos.
Se estaría lastimando a la persona afectada.
Si hay hijos en tal hogar, serán las víctimas en la relación.
Enfermedades de transmisión sexual.
Culpabilidad.
Odio hacia el cónyuge culpable.
Venganza del cónyuge culpable.
Depresiones.
En algunos casos, el divorcio.
Abortos por parte de la cónyuge culpable.
Adicción al alcohol o a las drogas, etc.
Suicidio del cónyuge culpable o del cónyuge lastimado.
Asesinato del cónyuge culpable, etc.
Para terminar: pidamos al Señor que nos ayude a mantenernos lejos de actos o pensamientos que puedan degradarnos delante de Dios y de la sociedad.
Dios les bendiga.
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