“La enemistad y los celos ministeriales.”
Por: Rafael Carrasco
Cuando hablamos de enemistad, inmediatamente pensamos en alguien que está en contra nuestra. En muchas de las veces, tenemos enemigos “secretos”; es decir, no se dan a conocer y son capaces de hacernos algún mal.
Estos “enemigos secretos” los hay dondequiera: en el trabajo, en la escuela, en la calle, en nuestra propia familia, en nuestro vecindario, entre nuestros “amigos”, etc.
Y lo peor del caso, es que en la mayoría de las veces, (por no decir todas), sin hacerles daño a esos “enemigos secretos”, ellos nos devuelven mal por bien, si acaso nos topamos con ellos sin darnos cuenta. Ellos “fingen” cortesía y respeto hacia nosotros, pero en realidad son unos hipócritas.
Proverbios 18:24
“El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo;
Y amigo hay más unido que un hermano.”
Y amigo hay más unido que un hermano.”
Romanos 12:9
“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno.”
Si ahora vemos esto de la enemistad dentro de muchas Iglesias, es sumamente triste cómo muchos hermanos dejan de hablar a otro hermano por sentir celos ministeriales el uno contra el otro. El hermano celoso se convierte a sí mismo en enemigo del hermano entregado a Cristo, a través de un ministerio dentro de la Iglesia.
Por ejemplo: si un hermano tiene por ministerio predicar la Palabra, a otro hermano que no tenga ese don le nacen celos por él no poseer el ministerio que el hermano predicador tiene, y se convierte tristemente en enemigo del hermano predicador.
Son varias las causas de enemistades dentro de una Iglesia; ya vimos una de las causas: celos. Ahora, enlistaré otras causas de enemistad dentro de la Iglesia:
Por no agradarle a una persona la forma de ser de otra persona.
Por saber que una persona es déspota en su trato con los demás.
Por pretender una persona sobresalir a base de vanagloria; es decir, de tener un falso alto concepto de sí misma, gústeles no a las demás personas, etc.
Por principio de cuentas, Dios no nos mandó estar en pleito co otros hermanos de la misma Iglesia, o de otras Iglesias.
Romanos 12:18
“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.”
Hebreos 12:14
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”
Este problema, lamentablemente, ha ido en aumento en varias Iglesias y, en vez de hacer a la Iglesia crecer espiritualmente, le provoca un estancamiento que terminará un día por desintegrar a esas Iglesias. Son Iglesias que sirven “de piedra de tropiezo para nuevos creyentes, y muy en especial es un muy mal testimonio y a la vez estrobo espiritual para ganar a otras personas para Cristo.
1 de Pedro 2:8ª
y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes;…”
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes;…”
Cuando “damos rienda suelta” a la enemistad, estamos en realidad permitiendo al “yo” fluir más en nuestra vida espiritual, que al Espíritu Santo.
La única enemistad que Dios aprueba, es la enemistad contra el mundo; es decir, aborrecer todas las cosas que son pecado.
Santiago 4:4
¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.”
Ahora bien, ¿hemos oído a alguien que critique duramente a otro hermano, el cual está siendo usado por Dios? Tristemente, la respuesta es sí.
Lo normal sería que el resto de la Iglesia estuviera contenta de que Dios esté levantando siervos y siervas dentro de la Iglesia, para Su servicio.
El diablo es astuto, y pretende hacer lo contrario a Dios, en este aspecto.
A él le gusta restar y dividir (restar hermanos dentro de la Iglesia y dividirlas si es posible).
En cambio, a Dios le gusta sumar y multiplicar (agregar nuevos creyentes a la Iglesia, que a su vez sean capacitados para multiplicarse; es decir, que enseñen a otras personas acerca de Dios, para que también esos otros vayan a la Iglesia).
En otras palabras: el hecho de multiplicarse consiste en “ser padres y madres espirituales”, porque esos padres y madres espirituales estarán teniendo “hijos espirituales” en cada discípulo que ellos hagan.
Si perdemos el tiempo en enemistar con otros hermanos injustamente, estamos descuidando nuestro ministerio, y desagradamos al Espíritu Santo.
Dios, en Su soberanía, quiere que en Su Iglesia haya personas llenas del Espíritu Santo para llevar adelante la labor de dicha Iglesia.
Eso no es razón por las que nos sintamos molestos, sino más bien para glorificar a Dios de que haya tomado esa decisión.
La soberanía de Dios es la libertad que Dios tiene para hacer lo que Él quiere donde sea, como sea y cuando sea.
Es cierto que a la Iglesia hay que verla como lo que es: el cuerpo de Cristo. Sin embargo, ha habido, hay y habrá muchos pastores que hacen acepción de personas dentro de las Iglesias que pastorean.
Acepción de personas es tener favoritismo con cierta o ciertas personas. Es “hacer favoritas” a ciertas personas, cosa que Dios prohíbe terminantemente.
Deuteronomio 10:17
Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni toma cohecho;”
Hechos 10:34-35
Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas,
sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.”
Las enemistades causadas por los celos ministeriales son un grave pecado. No permitamos que esos celos hagan presa de nosotros, porque de ser así, sin darnos cuenta, comenzaremos a menguar en el ámbito espiritual y a la vez estaremos alejándonos peligrosamente de la gracia de Dios.
Recordemos que Dios nos ha mandado amarnos unos a otros.
1 de Juan 3:11
Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros.”
Dios les bendiga.
Bendiciones pastor, muchas gracias me va ser de mucha utilidad.!!
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