“El cristiano frente a la
adversidad.”
Por: Rafael Carrasco.
Es ya una
costumbre que las adversidades forman parte de nuestra vida diaria aquí en la Tierra. De hecho, es de por sí
forzoso el que aprendamos a vivir con ellas, no significando eso que nos conformemos
a que ellas nos venzan, sino a ser esforzados y valientes, como en alguna
ocasión Dios lo mandó a Josué.
Josué 1:9
“Mira que te
mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu
Dios estará contigo en dondequiera que vayas.”
Es bueno saber
que no por méritos propios vamos a agradar a Dios, porque eso sería vanagloria
de nuestra parte. Sería un acto de vanidad nuestra reconocer nuestros propios
esfuerzos y no darle el crédito muy merecido que Dios necesita oír de nuestra
parte.
Todos los seres
humanos somos hechura de Dios, y nosotros nadie somos para querer obligar a
Dios a amoldarse a nuestra forma de ser. Lo correcto es que nosotros nos
amoldemos a la forma de ser de Él.
Levítico 11:45
“Porque yo soy
Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios: seréis,
pues, santos, porque yo soy santo.”
1 de Pedro
1:15-16
“sino, como
aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera
de vivir;
porque escrito
está: Sed santos, porque yo soy santo.”
Ahora bien,
¿cómo podríamos nosotros aprovechar las muchas bendiciones de Dios para nuestra
vida? Muy sencillo: procurando hacer Su voluntad, y no la nuestra.
Recordemos que
no somos dueños de nuestra propia vida, como piensa mucha gente mundana, sino
que ahora Cristo nos compró por precio de sangre, un muy alto costo, por
cierto.
Por lo tanto,
el que digamos: “es mi vida; yo puedo hacer lo que se me antoje” es un
disparate.
Salmos 100:3
“Reconoced que Jehová es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.”
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.”
1 de Corintios
7:23
“Por precio
fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres.”
En este último
pasaje bíblico, el apóstol Pablo nos exhorta a no ser copartícipes de las costumbres
pecaminosas de las personas que no tienen a Cristo en su alma. Eso es ser
esclavo de los hombres, y en consecuencia es ser esclavo del pecado.
Se ha
comprobado que para tener una vida victoriosa, necesitamos adoptar lo que la Biblia nos enseña con respecto
a las adversidades que continuamente tenemos. Tristemente, no podemos evitar
las adversidades en nuestro diario vivir.
Juan 16:33
“Estas cosas os
he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero
confiad, yo he vencido al mundo.”
Dios no quiere
que seamos víctimas de las adversidades, sino victimarios de ellas. En otras
palabras, Dios quiere que venzamos al mal con el bien.
Si David no se
hubiera esforzado (o sea, haber puesto de su parte) para enfrentarse al gigante
Goliat, y no hubiera asimismo puesto su confianza en Dios de que lo vencería,
sería seguro que Goliat lo hubiera matado.
David se sentía
harto de que una persona como Goliat humillara al pueblo de Dios.
De la misma
manera nosotros, debemos sentirnos hartos de las adversidades que se cruzan en
nuestra vida, y en el Nombre de Jesús enfrentarlas.
No quiere decir
esto que todo lo dejemos a Dios; esto es, “no debemos sentarnos en nuestros
laureles”, sino debemos primeramente hacernos el propósito e inmediatamente
tomar la acción de enfrentar nuestras adversidades diarias.
No hay mejor
cosa que “sumergirnos” en la voluntad de Dios, porque obedecer a Dios es lo más
acertado para nuestra vida.
Hay varios
factores que se consideran como adversidades, cuyas consecuencias comunes
podrían ser el estrés o la depresión, dependiendo de la naturaleza de la
adversidad que estemos enfrentando.
¿Qué es lo que
determina que el cristiano tenga una vida espiritual menguante o victoriosa? Las
actitudes que tomamos con respecto a las circunstancias.
Tener una
mentalidad de derrota y de poca perseverancia antes de enfrentar una adversidad
de nada ayuda a una persona. Una persona en tal situación ya está declarándose
vencida, en vez de ser una vencedora.
Lo que debemos
hacer entonces es tener una mente positiva, y decir lo que el apóstol Pablo en
Filipenses 4:13
“Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece.”
Si dejamos que
Cristo nos fortalezca, en vez de ir a la guerra con nuestras propias armas, de
seguro saldremos victoriosos, porque cada adversidad, grande o pequeña, deben
ser consideradas como el gigante Goliat. No quiero decir que seamos exagerados,
sino a darles la importancia que en realidad tienen, y enfrentarlas sabiamente,
con la ayuda de Dios, primeramente.
La palabra de
Dios nos enseña que debemos cambiar actitudes con respecto a las
circunstancias difíciles que se nos presentan.
Otra cosa que
debemos hacer es desechar la opinión que tenemos de nosotros mismos,
porque es mejor preocuparnos por lo que Dios opine de nosotros.
Otra cosa
también importante es dejar de asumir una actitud temerosa.
Lo que Dios
quiere que hagamos es que lo hagamos pronto, a la voz de “ya”.
En muchos de
los casos, nosotros los creyentes hemos sido tan perezosos en luchar por poseer
las bendiciones de Dios, que en consecuencia no vemos resultados.
Dice la Biblia en 1 de Juan 4:4
“Hijitos,
vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo.”
Este pasaje
significa que los creyentes hemos vencido a los espíritus de demonios, a los
falsos profetas que querían engañarnos cuando aun no éramos siervos del Señor,
y el que está sometiendo al mundo por ahora es el diablo, pero más grande que
él es el Espíritu Santo que está ahora en nosotros, cuando aceptamos a Cristo
como nuestro Salvador personal.
Sigamos
peleando, sigamos hacia delante. No huyamos como cobardes de las adversidades
que se nos presentan a diario. Busquemos, con la ayuda de Dios, las soluciones
más adecuadas para tales circunstancias.
Hay muchas
veces adversidades que no son fáciles de vencer, y otras que sí lo son.
Hay muchas
veces adversidades que pueden durar mucho tiempo, y otras que son de corta
duración.
¿Quiere usted
optar por ser una persona de éxito en su diario vivir? Acepte hoy a Cristo como
su Salvador personal, y verá tremendos resultados. Cada persona que hemos dado
ese valiente paso de fe podemos dar testimonio de lo que Cristo ha hecho en
nuestras vidas.
Puede invitar a
Cristo a su vida, de esta forma:
“Señor Padre
celestial: vengo a Ti humillado y arrepentido de todo el mal que hecho en mi
vida, y es mi deseo desde ahora ser una persona diferente. Te ruego que Tu Hijo
Jesucristo entre en mi vida, y sea Él Quien me dirija el resto de mis días.
Quiero también que Tu Espíritu Santo me llene, y llegue yo a ser ejemplo de
vida y bendición para otras personas, amén.”
Para concluir:
cambiemos la actitud de menospreciar a Dios, y valoremos lo que Él nos ha dado.
Miqueas 6:8
“Oh hombre, él
te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer
justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”
Dios les
bendiga.