“El bullying y el respeto en la casa de oración.”
Por: Rafael Carrasco
¡Cuántas terribles consecuencias ha traído el bullying, desde que se empezó a llevar a la práctica, hasta nuestros días!
El bullying es el acoso hacia una o hacia varias personas, por parte de un grupo mayor en número.
La frecuencia de este abuso varía desde ser diario, hasta ser eventual, pero para el caso, los resultados de este abuso son los mismos: fastidiar al ofendido hasta hacerlo reventar en ira que, en ocasiones, ha llegado a consumarse en un asesinato hacia uno o varios de los integrantes del grupo ofensor; o peor aun: en el suicidio del ofendido.
El bullying lo hemos visto en las escuelas, en los lugares de trabajo y, a veces, en la calle.
Y lo vemos en la calle, cuando tristemente somos atacados pos asaltantes que, para divertirse, hacen del bullying un deleite personal. Ver sufrir a otras personas les causa placer.
Hay que entender esto: las personas que gustan del bullying son marionetas de Satanás (que el Señor lo reprenda en el Nombre de Jesús), para causar el mayor daño posible a personas inocentes.
Pero lo peor del asunto, es que el bullying se ha extendido a los templos; en lo que respecta a este asunto, preferentemente entre los niños.
Hay niños que, cuando se les llama la atención por estar haciendo maldades en el templo, se burlan o rezongan de quien les llama la atención por ello. Puede ser que obedezcan, pero de mala gana.
Esa burla satánica constituye el bullying de que esos niños rebeldes hacen uso en los templos.
Las malas conductas usadas por algunos niños, son: desobedecer al pastor, acostarse en las bancas, correr por el templo, dar gritos dentro del templo, causar daños intencionales al templo, conversar entre ellos durante el culto, desobedecer a sus maestros bíblicos y, en el caso de niños que usan gorra, negarse a quitársela al entrar al templo.
Pero, ¿saben algo? Esa conducta indeseable de los niños en los templos, no es más que falta de educación de sus padres en el hogar. Si los padres fueran un buen ejemplo para sus hijos, nada de eso se vería en los templos. Es más: no tendría caso hablar de este asunto.
Hay que recordar que el templo es un lugar santo: es la casa de oración del Dios vivo y verdadero, al cual adoramos e invocamos para obtener Su bendición; por lo tanto, les toca a ustedes, padres de familia, instruir a sus niños sobre cómo deben comportarse dentro de la casa del Señor: esto implica respetar el templo, respetar al pastor, respetar a los maestros bíblicos, y a las demás personas que se congregan.
Is. 56:7 “…porque mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.”
He. 13:17 “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos;…”
Mt. 7:12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos;…”
La casa de Dios es un lugar de respeto absoluto. Solamente quien no ama a Dios y a Su obra, nada le importa que sus hijos se comporten mal en ese santo lugar.
Nuestro Dios es un Dios de orden y, como tal, debemos someternos todos los creyentes a Su voluntad.
1 Co. 14:40 “pero hágase todo decentemente y con orden.”
Niños: si a ustedes no les gusta que les esté llamando la atención por malas conductas dentro de la casa de Dios, compórtense bien, agradando a Dios con ello.
Ef. 6:1 “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.”
Padres de familia: si ustedes no desean que a sus niños se les esté llamando la atención por mala conducta dentro de la casa del Señor, instrúyanlos desde su casa en la disciplina del Señor, y así se evitarán enojos e inconformidades por ello.
Pr. 29:15 “La vara y la corrección dan sabiduría;
Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.”
Pr. 29:17 “Corrige a tu hijo, y te dará descanso,
Y dará alegría a tu alma.”
Jesús también fue niño aquí en la tierra, y nunca ocasionó molestias en la casa del Señor y, en consecuencia, nunca fue regañado.
Teniendo a Jesús como ejemplo, padres de familia, así instruyan a sus niños a respetar la casa del Señor y a las personas que ahí se congregan.
Cuando a un niño no se le enseña a ser respetuoso desde su casa, su indisciplina puede llegar aun hasta la calle, y ahí en la calle se los van a educar, pero a golpes o a balazos, en casos extremos.
Un niño sin educación crece siendo un delincuente, una persona indeseable para la sociedad.
Algunos niños se convierten, desde su temprana edad, en delincuentes, si durante ese período fueron víctimas de ver que sus padres se han divorciado y se ha perdido toda autoridad del padre abandonado o de la madre abandonada sobre sus niños.
Así también, los niños delincuentes provienen de haber sido víctimas de abuso, no sólo sexual, sino también por golpes y por abuso emocional, como los insultos y las humillaciones.
Crecen esos niños con un gran odio hacia quienes los abusó, y también muchas veces odian a cualquier otra persona. Siempre están pensando en la venganza, cuando la venganza en realidad es del Señor nuestro Dios.
Ro. 12:17 “No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres.”
Ro. 12:19 “No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.”
También hay que vigilar qué video-juegos sus niños juegan, y qué tipo de juguetes ellos gustan de que ustedes, padres de familia, les compren. Asimismo, con quiénes amistan sus niños.
Hay muchos vide-juegos de violencia, y eso va contaminando la mente de los niños sutilmente. ¿De dónde creen que muchos asesinos “se alimentan o toman valor” para asesinar a maestros o a estudiantes en las escuelas? ¿De dónde los asesinos se alimentan para matar gentes en los cines o en otros lugares públicos?
De malos ejemplos en sus casas: de ver y jugar video-juegos de violencia y de jugar con juguetes diabólicos, como la ouija, y muñecos que tienen aspecto de demonios. También se alimentan de los consejos de las malas amistades que ellos tienen.
Por eso, padres de familia, es tan importante educar en casa a los niños. Así se evitarán muchos dolores de cabeza.
Dios les bendiga.
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