domingo, 27 de julio de 2014

"¿Muerte eterna o vida eterna?"

“¿Muerte eterna o vida eterna?”
Por: Rafael Carrasco 
Es tan importante que usted conozca de este asunto, porque el título de este tema no es una broma; es en realidad todo un acontecimiento que, tarde o temprano, va a sucedernos.

Todas las personas sabemos el día que hemos nacido, pero no sabemos el día en que habremos de morir físicamente.
¿Y por qué digo físicamente? Porque también existe la muerte eterna o muerte espiritual.

Es lógico, pero no está de más hacer mención de que la muerte física es la que nos sobreviene cuando nuestro corazón deja de latir y, lo peor del caso, es queno la podemos evitar; en cambio, la muerte espiritual es  la separación total de nosotros con respecto a Dios; es aquella muerte que una persona posee, aunque esté viva, porque la venimos, por así decirlo, “arrastrando”, desde que Adán y Eva desobedecieron a Dios en el huerto de Edén; es el tipo de muerte que nos condena a un castigo eterno en el infierno; pero alégrese, estimado lector, porque este tipo de muerte sí se puede evitar, pero solamente con la decisión de cada persona, al aceptar a Cristo Jesús por Salvador de su alma.
Génesis 2:15-17 “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre (Adán), y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás (morirás tanto física como espiritualmente).”

Vemos entonces que Adán y Eva su mujer, a fin de cuentas, desobedecieron a Dios por influencia del diablo (la serpiente), y de ahí en adelante todos los seres humanos traemos ese castigo divino.

La vida física, también lógicamente, es la que dura mientras nuestro corazón está latiendo, pero no podemos evitar perderla algún día; en cambio, la muerte espiritual o eterna es la comunión que por siempre y para siempre tendremos con Dios en el Cielo, amén. Este tipo de vida la obtenemos solamente aceptando a Cristo como Salvador de nuestra alma.

Le hablo a usted, estimado lector, de este tema, porque considero que es algo tan importante que no deba dejarse de lado tal asunto.
El que quiera usted muerte eterna o vida eterna depende sólo de la decisión queusted tome.
Yo le aconsejo que no pierda más el tiempo pensando más de dos veces si le conviene o no dejar el estilo de vida que está llevando hasta el momento.
Como le dije anteriormente, cuando nacemos físicamente ya traemos con nosotros la maldición de parte de Dios de estar condenados a la muerte eterna, pero podemos evitar irnos al infierno después de morir físicamente, aceptando, obviamente en vida, a Cristo como nuestro Salvador personal.

Yo le ayudaré a que esto suceda en su vida, orando de esta manera:

“Señor Jesús: te doy gracias por haber muerto por mí sobre una cruz para así librarme de la condenación eterna en el infierno, y por tal motivo quiero que en este momento entres a mi alma, para así sentirme en la libertad espiritual que Tú nos das, pues dijiste en la Biblia que Tú nos haces libres de toda condenación. Gracias por recibirme por hijo, y yo Te acepto por mi Dios y mi Salvador personal, amén.”

Juan 8:31-32 “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra (me son fieles), seréis verdaderamente mis discípulos;
y conoceréis la verdad (a Jesús), y la verdad (Jesús) os hará libres (libres de la condenación eterna en el infierno).”

Dice mucha gente que hay muchos caminos para llegar a Dios, pero la verdad, eso no es así. Jesús es el único camino a Dios el Padre. No se deje confundir por nadie.
Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo (Jesús) soy el camino, y la verdad, y la vida (la vida eterna); nadie viene al Padre, sino por mí.”

Hay algo más que tengo que decirle: cuando usted haya aceptado a Jesús por Salvador personal, le pido por favor reúnase en una Iglesia evangélica y amiste con otros que sinceramente obedecen a Dios, asimismo, lea la Biblia diariamente, ore como si conversara con Dios y ayune también, porque el ayuno fortalece el alma y le da más poder a su oración.

Dios les bendiga.

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