“¿Por qué es importante nacer de nuevo?”
Por: Rafael Carrasco
Generalmente, es algo ilógico para muchas personas no creyentes, el hecho de que “deben nacer de nuevo” para entrar en el reino de los cielos.
Pues bien y al respecto, es importante destacar la historia de un personaje que conversó con Jesús de noche, pues al parecer este personaje fue testigo de señales que el propio Jesús hizo en Jerusalén. Estoy refiriéndome a Nicodemo; un maestro de la Ley, perteneciente a una de las sectas más estrictas del Judaísmo: la secta de los fariseos.
Juan 3:1-2 “Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.”
Sabemos de hecho que los fariseos “agregaban costumbres humanas a la Palabra de Dios”, profanándola. Dios escribió todas las cosas que son útiles a nuestro diario vivir, sin necesidad de hacerle cambios.
Apocalipsis 22:18-19 “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro.”
También había entre los judíos otras personas llamadas escribas, los cuales se dedicaban a copiar. Para los hebreos, era el copista de las Sagradas Escrituras, y posteriormente eran los intérpretes de la ley. Los escribas eran por lo general personas eruditas, a veces muy allegadas a los fariseos o a altos dignatarios religiosos.
El hecho de que Jesús les echara en cara a los fariseos sus falsas enseñanzas, los enfurecía y lo aborrecían.
Gálatas 1:8 “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio deferente del que os hemos anunciado, sea anatema.”
Asimismo, los fariseos acechaban a Jesús con el fin de “cazar” alguna palabra de Él, para poder acusarlo.
Lucas 11:53-54 “Diciéndoles él estas cosas, los escribas y los fariseos comenzaron a estrecharle (acosarlo) en gran manera, y a provocarle a que hablase de muchas cosas,
Acechándole, y procurando cazar alguna palabra de su boca para acusarle.”
Y a más de esto, los fariseos no estaban satisfechos en querer atrapar a Jesús en alguna palabra de Su boca, sino que también buscaban ocasión para cazarlo en alguna acción que, a criterio de ellos, era ilícita.
Mateo 12:1-2 “En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer.
Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo.”
Los escribas, aliados fuertes de los fariseos, imponían a sus seguidores “cargas” que en realidad no podían llevar, y que los propios escribas ni aun con un dedo las tocaban.
Lucas 11:46 “Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis.”
Pero volviendo con Nicodemo, vemos que era un riguroso practicante religioso, más que cualquiera de nosotros. ¿Y por qué digo: más que cualquiera de nosotros? Porque él se esmeraba en que toda costumbre humana que a él, a los fariseos y a los escribas les convenía, se “mezclara” a la Palabra de Dios, a fin de que fuera de gran impacto a sus seguidores, con el objetivo de que creyeran a la mentira de sus enseñanzas, en vez de creer a la verdad del Evangelio.
También Nicodemo era maestro en Israel, un gran conocedor de las Escrituras, en medio de una sociedad que estaba inmersa profundamente en el conocimiento de la Biblia.
Juan 3:10 “Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”
En sí, sabemos que Nicodemo fue un gran hombre, pero que sin embargo, a pesar de su gran conocimiento de las Escrituras, de su disciplina religiosa y de su influencia social, tenía un punto débil: carecía de entendimiento acerca de lo que es nacer de nuevo.
Juan 3:4 “Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?”
De antemano, Jesús sabía del punto débil de Nicodemo, y decidió guiarlo a la fe verdadera.
Juan 3:5-7 “Respondió Jesús: de cierto, de cierto te digo, que el que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: os es necesario nacer de nuevo.”
El nacer “del agua” es el nacimiento físico; del vientre de nuestra madre. Es un nacimiento visible, de dentro hacia fuera, el cual nos hace vivos solamente para el mundo físico.
En cambio, “nacer del Espíritu”, es un nacimiento invisible, que también es de dentro hacia fuera, pero se diferencia en que es la manera por la cual el Espíritu de Dios nos hace sensibles a Su liderazgo de amor.
Cuando Jesús estaba hablando con Nicodemo acerca del nuevo nacimiento, se estaba cumpliendo justamente una profecía dada en el Antiguo Testamento.
Ezequiel 36:25-27 “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias: y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”
En esa profecía, Dios dispondría cuándo viniese el Mesías, y explica 3 efectos del nuevo nacimiento:
PRIMERO.- Él nos limpiará de la culpa de nuestros pecados.
SEGUNDO.- Él reemplazará nuestros corazones/espíritus que están muertos e insensibles a Dios, por corazones / espíritus vivos y sensibles a Él.
TERCERO.- Él nos dará Su Espíritu para que viva dentro de nosotros, y que en consecuencia imparta en nosotros un nuevo deseo y habilidad para que hagamos Su voluntad.
Ahora bien, si nosotros pudiéramos entrar en el reino de Dios como pensaba Nicodemo, sería imposible, porque:
Primero: No se puede entrar al reino de los cielos por buenas obras o por devoción religiosa. Por sorprendente que parezca, no hay correlación bíblica entre las buenas obras y el nuevo nacimiento.
Hay personas que han cometido los peores pecados en su vida, y han alcanzado el reino de Dios; y, por el contrario, ha habido personas muy devotas, y no lo alcanzaron.
Segundo: Tampoco se puede entrar en el reino de Dios sólo por creer que Jesús era un Maestro enviado por Dios.
La enseñanza que Jesús dio a Nicodemo, está fundada en un extraño evento acaecido en el Antiguo Testamento:
Números 21:4-9 “Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom, y se desanimó el pueblo por el camino.
Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.
Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel.
Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo.
Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.”
Analizando los 2 elementos de este extraño evento, tenemos:
PRIMERO: Las serpientes ardientes son el juicio decretado por Dios a los israelitas rescatados de Egipto, en pago a su rebelión, la cual fue su muerte.
SEGUNDO: La solución de Dios para ese juicio, fue muy extraña.
Moisés, sin tener culpa del juicio divino en contra de los israelitas rescatados de Egipto, tuvo que identificarse, sin embargo, con el pecado de ellos; y para ello se hizo una serpiente ardiente de bronce, la cual puso sobre una asta, y todo aquel israelita que era mordido por alguna serpiente ardiente, y miraba a la serpiente ardiente de bronce, vivía.
Eso de “serpientes ardientes” tal vez era el efecto de quemazón o de inflamación que producía el veneno con la mordedura de esas serpientes.
¿Por qué vivían quienes miraban a la serpiente ardiente de bronce? Porque como la serpiente de bronce estaba en un asta, y los israelitas que la miraban necesariamente volteaban hacia arriba, pues quedaba en alto, eso de mirar hacia arriba, para Dios, era señal de sumisión de los israelitas a Dios. Por ese hecho Dios les perdonaba la vida, y no mordían a causa del veneno de esas serpientes que los mordían.
Otra pregunta importante, ¿Cómo explica ese extraño evento la manera de recibir el nuevo nacimiento? Moisés, al levantar esa serpiente ardiente de bronce, estaba profetizando, sin palabras, la imagen de Jesús siendo levantado en la cruz.
Juan 3:14-15 “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Como Moisés se identificó con el pecado del pueblo de Israel, así Jesús también se identificó con el pecado de la humanidad en la cruz, y cargó el juicio de Dios Padre sobre Él.
Estamos ahora perdonados por Dios, y recibimos el nuevo nacimiento por fe en Jesús, cuando le aceptamos por Salvador personal. Al hacer esto, también somos limpiados con Su sangre preciosa.
1 de Juan 1:7 “Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
Juan 3:16-18 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado, pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
¿Por qué aun mucha gente rechaza a Jesús? Porque odian la Luz y aman las tinieblas.
Juan 3:19 “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombre amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.”
De acuerdo a Jesús, la única barrera para que mucha gente reciba el nuevo nacimiento es moral; es decir, motivos de conciencia o estado de ánimo, incluso resistencia a humillarse ante Dios.
Miqueas 6:8 “Oh hombre, él te declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.”
Mucha gente rechaza la oferta de Jesús porque sospecha que es verdad, y no desean que nadie (incluso Jesús) “se meta” en sus vidas.
Muchas gentes prefieren las tinieblas porque piensan que recibir el nuevo nacimiento supone admitir que las buenas obras no son suficientes para entrar en el reino de los cielos, y que deben acercarse a Cristo necesariamente.
También rechazan la oferta de Cristo, porque prefieren conservar malos hábitos de vida, cosa que obligadamente deben dejar de lado si quieren entrar en el reino de los cielos.
También rechazan la oferta de Cristo por simples prejuicios, el famoso: ¿qué dirán? Aquí cabe aclarar que aflora el orgullo de esa gente, que el ego es quien reina en sus corazones.
¿Qué sucedió con Nicodemo? Creyó en Jesús, y lentamente se convirtió en un testimonio para él.
Juan 7:50-52 “Les dijo Nicodemo, el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos: ¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye, y sabe lo que ha hecho?
Respondieron y le dijeron: Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta.”
Juan 19:38-39 “Después de todo esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús.
También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras.”
Respondiendo al título de este sermón, diremos que es importante nacer de nuevo porque, de otra manera, no podremos entrar el reino de los cielos, y mucho menos gozar de las bendiciones y vida eterna de Dios para nosotros.
Para terminar, lo hago con esta pregunta: ¿Está usted dispuesto a reconocer que su “autogobierno” no funciona, o quiere seguir aferrado a él?
Dios les bendiga.
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