jueves, 1 de enero de 2015

"¿Qué piensa usted de la promesa matrimonial?"

“¿Qué piensa usted de la promesa matrimonial?”

Por: Rafael Carrasco.

Estimado lector: ¿recuerda usted la promesa de amor que le hizo a su pareja el día que se casaron por lo civil?

Pues bien, en esta ocasión voy a tratar al respecto, porque es una cosa común el que muchas parejas falten a esa importante promesa.

Hay varias formas de faltar a esa promesa:
Faltarse al respeto mutuamente.
Desconfiar el uno del otro, ya sea con frecuencia u ocasionalmente.
Robarse el uno al otro.
Mostrarse indiferente el uno al otro, especialmente cuando uno de los cónyuges está enfermo o con algún otro problema que requiere atención de la pareja.
Pero la falta mayor a la promesa de amor es cuando uno de los cónyuges le es infiel a su pareja.

¿Y qué se puede hacer para evitar faltar a la promesa de amor?
Básicamente, obedecer a lo que Dios nos manda en Su Palabra: la Biblia.
En la Biblia, vamos a encontrar que, tanto para el marido como para la esposa, hay responsabilidades que el Señor designó.
Efesios 5:22-29
5:22 “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;
5:23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.
5:24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
5:26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
5:27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
5:28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.
5:29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia,”

Estoy consciente de que para la mayoría de las parejas que han faltado a la promesa de amor, resulta difícil retomar el camino correcto, pero hay que hacer el esfuerzo.
¿Para qué llegar al extremo de que Dios castigue al cónyuge que cometió tal falta? No es necesario provocar al Señor a ser severo con tal cónyuge.

Es verdad también que el cónyuge afectado de inmediato piensa en cómo vengarse del cónyuge que cometió la falta de la promesa de amor.  Eso suena a la famosa Ley del Talión, que dice: “ojo por ojo, y diente por diente”. Pero, ¿qué dice Dios a esto?
Romanos 12:19
No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.”

Definitivamente no estamos autorizados por Dios para vengarnos por cuenta propia de quien nos ofendió. Debemos dejar en manos de Él la venganza.

Ahora bien, ¿qué es lo que dice, pues, la promesa de amor que se hace durante una ceremonia de matrimonio, para que yo esté tratando este asunto en esta ocasión?
La promesa de amor que se hace durante una ceremonia de matrimonio, dice más o menos así:
“Yo, (el novio o la novia) te acepto a ti (nombre del novio o de la novia) por esposo (o esposa), y prometo amarte y respetarte, en lo próspero y en la escasez, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”.

¿Se fija usted, estimado lector, que termina la promesa de amor con las palabras: “todos los días de mi vida”?
¿Qué significa esto? Que esa promesa se hace en base a la Biblia, como vimos en Efesios 5:22-29, arriba escrito.

La promesa de amor es para ambas personas, no para una de ellas solamente.

El que una mujer casada se someta a su marido, es realmente que lo respete y lo ame, no que le aguante infidelidades o que no tenga voz ni voto en las decisiones de pareja, o que le aguante borracheras u otros vicios, mucho menos golpes o insultos.
Por eso también para el marido Dios exige lo mismo: que ame y respete a su mujer.

Amarse el uno al otro en una pareja incluye también cuidar el uno del otro, lo cual es una evidente muestra de amor; no es solamente darse caricias, besos, abrazos y mimos.

El ser humano, por naturaleza, arrastra, por así decirlo, el juicio de Dios sobre sí; juicio de condenación eterna, a causa de la desobediencia de Adán y Eva, y por ello se hace necesario que cada persona se ponga a cuenta con Dios para librarse de ese juicio divino.
¿Y cómo se pone una persona a cuentas con Dios? Cuando esa persona acepta a Cristo como su Salvador personal. En ese momento, Dios anula Su juicio de condenación eterna sobre la persona que acepta a Su Hijo Cristo.
Juan 3:36
El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”

Juan 3:18
“El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

¿Se da cuenta, estimado lector, de lo delicado del asunto? Nunca es tarde para arrepentirse del mal camino espiritual por el que uno camina mientras no se recibe a Cristo como Salvador personal.
Isaías 55:6-7
55:6 “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
55:7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.”

No deje, estimado lector, que los prejuicios como: “el ¿qué dirán?” se apoderen de usted. Hoy puede ser el día de salvación de la condenación eterna para usted. Reciba por fe a Cristo como su Salvador personal, y disfrute así de Su presencia en usted el resto de su vida.


Dios les bendiga.

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