sábado, 23 de mayo de 2015

"¿Cómo salvaría usted su vida?"



“¿Cómo salvaría usted su vida?”

Por: Rafael Carrasco.

Pensemos un momento en una persona que va a bañarse a una alberca, pero no sabe nadar, ni lleva salvavidas: confía en sí misma.
Supongamos que esta persona piensa algo como esto: “no necesito de nadie; me basto yo solo”.

¡Tremendo error! Porque si no sabe nadar, y quiere meterse a lo más profundo de la alberca, ¿Cómo puede entonces esa persona pensar que no correrá el riesgo de morir ahogada ahí?

Desde hace mucho tiempo, como en nuestros días, ha habido y hay muchas personas que piensan con ese criterio de “la autosuficiencia”.

Ahora bien, ¿de qué sirve la autosuficiencia? Para la gente que está de acuerdo con ella, es su todo.
En cambio, para quienes no estamos de acuerdo con ella, es una locura, y más aun tratándose del terreno espiritual.

Quien espiritualmente se cree autosuficiente, lamento decir que es una persona muerta.
Si una persona piensa que no necesita ayuda alguna de otras personas, y mucho menos de Dios, esa persona es como un barco a la deriva, a merced de que el mar lo arroje contra rocas que lo despedacen.

Recordemos la advertencia que Pablo le hizo a Timoteo, en donde habla de “tiempos peligrosos”, donde habrán hombres amadores de sí mismos (autosuficientes) y otras desagradables características más:
2 de Timoteo 3:1-5
3:1 “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.
3:2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
3:3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
3:4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,
3:5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.”

También es importante saber que el propio Señor Jesús nos dejó saber en el libro de Mateo, capítulo 24, sobre terribles señales antes de Su venida, en especial en el versículo 7.
Mateo 24:7
“Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares.”

Me enfocaré en este estudio en lo referente a las pestes (enfermedades) y a los terremotos, porque de las hambrunas nos enteramos muy seguido a través de los noticiarios televisivos y radiales, además de en los periódicos.

De las pestes, puedo decir que ya algunas de ellas se han extendido por el resto del mundo (pandemias).
¿Recuerdan cuando se inició la gripe porcina AH1N1 en México?
El virus componente de tal gripe porcina está compuesto por 2 virus de cerdo, 1 virus de ave y 1 virus de humano.
No quiero decir con esto que ya no se coma carne de cerdo ni de aves, porque la carne no está contaminada, y los seres humanos la podemos consumir normalmente, a menos que las autoridades de salud digan lo contrario.

Esa “combinación” de virus intercambia información arbitrariamente, por lo que está siempre en constante cambio.
Vamos ahora a diferenciar lo que es una epidemia de una pandemia.

Epidemia: Enfermedad que puede llegar a afectar hasta un solo Continente.

Pandemia: Epidemia que se contagia de un Continente a otro.

En el ejemplo de la enfermedad ya citada, ésta se ha convertido ya en una pandemia; en otras palabras, a dondequiera que uno vaya, ahí estará presente tal virus.
Al mismo tiempo podemos darnos cuenta de que el Señor Jesús no se equivocó al hacernos saber tal profecía: se está cumpliendo antes nuestros ojos.

Con respecto a los terremotos en diferentes lugares, también queda evidenciado la exactitud de la profecía de nuestro Señor Jesús: se han estado suscitando varios de ellos en diferentes lugares.
Uno de los efectos más desastrosos que un terremoto puede provocar, es un tsunami.

¿Qué es un tsunami? Primero vamos a ver que proviene de 2 palabras japonesas que son: “tsu” (puerto o bahía) y “nami” (ola).

De acuerdo a las 2 palabras japonesas anteriores, podemos decir que un tsunami es una ola o una serie de olas que se producen en una masa de agua al ser empujada violentamente por una fuerza que la desplaza verticalmente.

Los terremotos (en especial los de gran magnitud) que sean capaces de deformar verticalmente el fondo marino cuando la masa de agua trata de recuperar su equilibrio, es cuando se provocan las olas.

Los volcanes en erupción, los derrumbes costeros o subterráneos, los grandes meteoritos e incluso las grandes explosiones, pueden generar un tsunami.

El tsunami más reciente de que yo tenga memoria, ocurrió en Diciembre de 2004 en el sudeste asiático. Se cree que durante ese fenómeno murieron como 150,000 personas, aunque se creía que fueran más, dado que se complicaba el rescate de personas por las lluvias y los temblores.

Un tsunami no es sentido por las naves en alta mar, porque ahí las olas son pequeñas, ni puede visualizarse desde la altura de un avión volando sobre el mar.

Usted dirá: ¿A qué quiere llegar el expositor de este estudio con estos ejemplos? Solamente a exhortar a las personas que aun no han aceptado a Cristo como su Salvador personal.

Olvídese ya de los prejuicios (el “¿qué dirán?”) o del orgullo personal (“eso es para viejos; lo dejaré para después”. “No me da la gana”).

Piense solamente en el destino espiritual que a usted le depara: si acepta a Cristo como su Salvador personal, y vive en obediencia a Él, de seguro va al cielo después de su muerte física; de lo contrario, si rechaza a Cristo como su Salvador personal, de seguro usted va al infierno. Deje que Cristo salve su vida, y no trate usted de hacerlo por cuenta propia, como la persona “autosuficiente” que cité al principio de este estudio. Sólo Él es Quien salva. Aprenda a depender de Él.

Ofrezco disculpas por ser tan sincero, pero es lo que mi Señor Jesús me manda a decir, y yo sólo Le obedezco. Recuerde que el propio Señor Jesús nos advierte con tiempo de las cosas que están por suceder, y no crea ya que en Su segunda venida a este mundo Él va a venir como en la primera venida: manso y humilde.

Hechos 5:29
“Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”

Ahora vendrá como Juez, y por su bien, estimado lector, no deje de aceptar a Cristo como su Salvador personal. Acepte el regalo de vida eterna que Dios le está ofreciendo a usted a través de Jesús Su Hijo.
Mateo 24:33
“Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.”
Hechos 17:30-31
17:30 “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
17:31 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.”

Lo mejor es estar preparados a la voz de “ya”.
Mateo 24:44
“Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.”

Voy a ayudarle a aceptar a Cristo Jesús como su Salvador personal, con esta oración:
“Señor Dios: me arrepiento ante Ti de todos mis pecados y es mi deseo que Tu Hijo Jesucristo entre a mi alma, y sea el Señor de ella, desde este momento y para siempre, amén.”

¿Ve qué fácil es convertirse ahora en hijo de Dios? Sí, si usted aceptó a Cristo como su Salvador personal, usted ya fue recibido en la familia de Dios, y sellado con Su Espíritu Santo.
Su cuerpo viene a convertirse ahora en templo del Espíritu Santo, y por lo tanto es necesario que usted viva en obediencia y santidad delante de Dios el resto de su vida.
Lea la Biblia, ore, amiste con personas que alaban y bendicen a Dios y vaya con ellas a congregarse en una Iglesia local, para que siga fortaleciéndose espiritualmente. No olvide de preguntarles a sus nuevas amistades creyentes o al pastor de la Iglesia local las dudas que tenga al leer la Biblia.

Dios les bendiga.


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