“La paciencia contra la impaciencia: una gran pelea.”
Por:
Rafael Carrasco.
Cuando uno se siente viviendo un drama en
la vida secular, eso, obviamente, afecta grandemente el estado de ánimo.
Las cosas de Dios, si algo precisamente no
tienen, es lógica humana.
¿Por qué? Por la sencilla razón de que Él
todo lo sabe y nuestra inteligencia es limitada.
No podemos reducir a Dios al tamaño de
nuestro cerebro; eso es prácticamente imposible.
Es como querer tapar al sol con un dedo, y
usted puede comprobarlo. Es imposible tapar a un astro tan grande como el sol
con tan sólo un dedo.
Una pregunta muy común es la siguiente:
¿Por qué me pasa esto a mí? Esa es una pregunta que seguramente nadie nos va a
responder.
Satisfactoriamente, alguien pude
aconsejarnos a no rendirnos ante tal o cual problema y a seguir adelante; pero
como que a uno no le es suficiente oír eso. Sigue uno sintiéndose mal,
anímicamente hablando.
Y lo más triste es que cuando uno ha sido
consejero de otros, y uno se siente mal anímicamente, nada de lo que uno
utilizó para alentar a otros parece venirle bien a uno mismo.
Santiago 1:2
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando
os halléis en diversas pruebas,”
Del anterior texto bíblico, vamos a tomar
como palabra clave: “cuando”.
De entrada, esta palabra nos da a entender
una circunstancia. Dicha palabra, en el texto bíblico anterior, significa que,
a corto, mediano o largo plazo, nos guste o no, lo entendamos o no, lo
aceptemos o no, alguna prueba se cruzará en nuestro camino, y lo que es peor, de
diferente magnitud cada vez que una prueba se nos presente.
Mateo 5:12
“Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón
es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron
antes de vosotros.”
Este texto bíblico nos enseña que una de
las posibilidades de sufrir pruebas, radica en el hecho de que cuando el Señor
deposita en uno la gracia de uno de los ministerios del reino de los cielos, se
sirve a dicho Reino con rigor con inclemencias.
Dicho en otras palabras: el Señor nos exige
que Le prediquemos tal y como Él nos dejó escrito en la Biblia, además de soportar
las inclemencias del clima donde uno vaya a ministrar, y no tan solamente las
inclemencias del clima, sino también la incomprensión y el desprecio de muchas
de las personas que nos oigan ministrando a Cristo.
Un “evangelio suave (light)” o “maquillado”, no
sirve para ministrar a Cristo a las personas no creyentes, porque maquillar el
Evangelio es como sobarle el pecado a las personas no creyentes; es como
tolerar las porquerías espirituales que cada persona no creyente trae en su
alma.
Hebreos 10:34
“Porque de los presos también os
compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo,
sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.”
Este texto bíblico nos deja ver que las
pruebas han de sobrevenirnos a todos los creyentes que un día hicimos un
compromiso con Cristo de Seguirle y Servirle.
Esto del despojo de pertenencias me
recuerda a la película “Chamula: Tierra de sangre”, en donde se despojaba de sus propiedades a
indios Chamula cristianos que predicaban a Cristo en el Estado mexicano de
Chiapas, frontera con Guatemala.
¿Y sabe por qué los despojaban? Porque
querían que los indios cristianos se fueran de ese lugar, y no tan solamente
con la amenaza de despojo, sino también con amenazas de muerte.
Si no mataban al cristiano predicador,
mataban a su familia delante suyo.
Desgraciadamente, en ese Estado mexicano,
como en el resto de México, reina la idolatría, la cual es abominación a Dios.
Éxodo 20:2-6
20:2 “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué
de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
20:3 No
tendrás dioses ajenos delante de mí.
20:4 No te harás imagen, ni ninguna
semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las
aguas debajo de la tierra.
20:5 No
te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios,
fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la
tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,
20:6 y hago misericordia a millares, a los
que me aman y guardan mis mandamientos.”
Mateo 4:10
“Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás,
porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”
1 de Pedro 1:6
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque
ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en
diversas pruebas,”
En este texto bíblico es muy leve la
mención, pero suficiente como para entender definitivamente que, si Dios
considera necesario para nuestro crecimiento espiritual permitir que determinadas
pruebas vengan sobre nuestras vidas, sin duda que Él lo hará.
Ahora bien, ¿Por qué puede considerar Dios
necesario que los creyentes pasemos por pruebas? Porque Él sabe muy bien que
nuestra prueba producirá un fruto del Espíritu Santo llamado paciencia.
Santiago 1:3
“sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.”
La paciencia se define como: La capacidad
para esperar con tranquilidad las cosas,
y soportarlas por pesadas que sean, y en cualquier tipo de adversidades.
Hasta aquí, hemos visto que la paciencia
viene siendo hija de la prueba, en donde todos aquellos que la practican están
dejando que el Espíritu Santo manifieste tal fruto en sus vidas y en sus almas.
Convertirse en creyente no lo libra a uno
de todas las dificultades con las que nos podríamos topar a lo largo de nuestra
vida física. La Biblia
evidencia que, para poder obtener paciencia después de cada prueba a la que
Dios nos someta, irremediablemente nosotros tendremos que pagar un
precio; y ese “precio” es soportar
todas y cada una de las pruebas a las que Dios nos someta.
Ahora bien, la actitud madura del creyente
ante la adversidad de una prueba, es “enfrentarla con sumo gozo”.
Esto, humanamente hablando, suena ilógico;
pero en realidad es una deliberada e inteligente evaluación de las
circunstancias desde la perspectiva de Dios, para ver a la prueba como un
medio para el crecimiento moral y espiritual.
Santiago 1:2
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,”
Someter a prueba algo, es comprobar su
calidad de genuino; y en el caso que estamos estudiando, es comprobar que
nuestra fe en Jesús es genuina, es real.
En la Biblia, la paciencia es la perseverancia hacia
una meta, ante las pruebas, o una expectante espera por el cumplimiento de una promesa
divina.
Jesús mismo es el más grande ejemplo de
paciencia.
Hebreos 12:2
“puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Vamos ahora al otro lado de la moneda: la
impaciencia o desesperación.
La impaciencia no es aprobada por el Señor,
porque es contraria a Su manera de ser: Él es paciente, y todo Él lo hace en Su
tiempo (Cairos), y no en el nuestro (Cronos).
Por ello, la soberanía de Dios debe ser un
poderoso aliciente para nosotros los creyentes y también para los no creyentes,
pues Le complace exhortarnos a venir a Él.
Mateo 11:28
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”
En algún estudio de los muchos que un
servidor tiene hechos, mencioné que la soberanía de Dios es la total libertad
de que Él goza para hacer lo que Él quiera, cuando quiera y dondequiera.
Isaías 43:13
“Aun antes que hubiera día, yo era; y no
hay quien de mi mano libre. Lo que
hago yo, ¿quién lo estorbará?”
Ante tal pregunta del Señor, nos resta sólo
contestar: “Nadie, Señor. Sólo Tú eres todopoderoso y eterno”.
Para concluir: debemos echar mano de los
ejemplos de paciencia perseverante que vienen escritos en la Biblia, de la cual no nos
arrepentiremos de haberla practicado, pues veremos resultados en el tiempo de
Dios. Asimismo, dejemos que Dios tome el control de nuestra impaciencia, la
cual se produce al nosotros querer que las cosas se hagan a nuestro capricho.
Dios les bendiga.
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