domingo, 27 de julio de 2014

"¿Es usted vergonzoso?"

“¿Es usted vergonzoso?”
Por: Rafael Carrasco 
Ciertamente es un título extraño para un estudio de la Palabra de Dios, pero es un asunto que debemos tratar, porque la vergüenza se da con mucha frecuencia.
Vergüenza a llevar la Biblia con usted cuando va al Templo, vergüenza a que otras personas sepan que usted escucha música cristiana en su casa o en su carro, vergüenza a conversar de la Palabra de Dios o de que usted escuchó tal o cual alabanza, y le gustó.
También se da el caso de que quiera usted llevar su Biblia al Templo, y dejarla ahí para no llevarla consigo de nuevo a casa, precisamente por vergüenza.
Hay otro factor que podemos observar en este último caso: la indiferencia a la Palabra de Dios, a la cual también la podemos asociar con apatía y con falta de amor.
Cuando usted no tiene más que una Biblia en casa, y se la lleva al Templo para dejarla ahí, usted tal vez “siente alivio” al saber que ninguna persona en la calle lo va a ver con Ella en la mano. Y si tal vez tiene usted dos Biblias en casa, se lleva una al Templo, y la otra la esconde bien para que sus amistades y familiares no sepan que usted tiene una Biblia. Tal vez, al estar usted en casa, lee su Biblia “a escondidas” porque, según usted, “no quiere tener problemas con sus amistades o con sus familiares”. Tal vez escucha usted discos con música cristiana a un volumen que sólo usted la escuche, o usa usted audífonos para sentirse usted más tranquilo. O tal vez usted “se cuida” de no conversar de la Palabra de Dios, o de las alabanzas que a usted le gustan.
Pero déjeme preguntarle algo, ¿tanto le preocupa a usted su relación con sus amistades y familiares, por causa de la Palabra de Dios, o a causa de la música cristiana?
¿Considera usted que su relación con sus amistades y familiares es más importante que se relación con Dios?
Ahora bien, ¿siente usted verdaderamente vergüenza, o finge usted sentir vergüenza?
Ya sea uno u otro caso, sepa que Cristo nos advirtió contra el hecho de que nos avergoncemos de El.
Marcos 8:38 “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.”

Por ahí se dice que “los hijos son el reflejo de sus padres”, y si usted tiene hijos y ven que usted siente vergüenza y es indiferente a las cosas de Dios, ellos harán también lo mismo, y se irá haciendo “una cadena generacional” de vergüenza e indiferencia a las cosas de Dios.
Preocúpese mejor en lo que Dios pensaría de usted, que en lo que sus amistades o familiares piensen de usted.
Deje de lado el “¿qué dirán?” (los prejuicios) y acérquese más a Dios, porque Dios sí le ofrece a usted amor verdadero, y sus amistades y familiares pueden traicionarlo a usted en cualquier momento.
La gente cambia, pero Dios no.
Malaquías 3:6 “Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.”
Hebreos 13:8 “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.”
También déjeme decirle que si usted se avergüenza de Dios o es indiferente a las cosas de Dios, tristemente usted sufrirá las consecuencias de esos pecados.
Gálatas 6:7 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado (de El no se burla nadie): pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.”
Yo más bien le recomiendo que se humille a Dios, y le ruegue que le perdone sus pecados de sentir vergüenza de El y de ser indiferente a las cosas de El.
Si usted no es aún un creyente en Dios, le recomiendo que en este mismo momento acepte a Cristo como su Salvador personal, con una oración como ésta:
“Señor Jesús: vengo ante Ti reconociendo que soy un pecador, y que necesito de Ti, porque me siento muy mal con tantos pecados que he cometido en mi vida. Te ruego en este momento entres a mi alma, para sentir Tu amor y Tu paz que tanta falta me hacen, amén.”
También le recomiendo que busque una Iglesia evangélica donde vea usted que a la Biblia se le tiene por autoridad para el diario vivir, y amiste con otros que obedecen a Dios sinceramente.
Dios les bendiga.

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