jueves, 4 de septiembre de 2014

"¿Necesitamos realmente ser explotados por nuestros patrones?"

“¿Necesitamos realmente ser explotados por nuestros patrones?”

 Por: Rafael Carrasco.

Hoy en día, la demasía en la producción abarata un par de zapatos, pero encarece cada día más el pan, el aceite o el azúcar. Todo sube y los sueldos se mantienen intactos.
Muchos gobernantes “parecen estar ausentes” frente al reclamo del trabajador; la vida se hace cada vez más cara, mientras muchos gobernantes pregonan que “la economía en sus lugares está más ana y más fuerte que nunca”. ¿Cree usted tal payasada?

Quien no tiene recursos económicos se muere en una albergue público; quien tiene recursos económicos insuficientes, se limita a una muy pobre educación y se asola en diminutas viviendas que, más que casa, son unos palomares.

Los empresarios no tienen la voluntad de mejorar la calidad de vida de sus trabajadores.
Los horarios, las exigencias y las leyes han sido diseñadas para favorecer sólo a un reducido grupo: el grupo de los ricos de este mundo y, por consecuencia, para desfavorecer a los pobres, quienes son el grupo mayor.
En otras palabras: los ricos son cada vez más ricos, y los pobres siguen en su cadena de la indigencia.

La Biblia habla con mucha claridad de la actitud opresora y abusadora de los poderosos de este mundo.
Santiago 5:1-6
“¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán.
Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla.
Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros.
He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos.
Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza.
Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.”

El pasaje anterior, es como una bofetada para quienes tienen puesta su confianza en las riquezas que han ido acumulando, y que abusan de su condición. Es la cruda realidad de la llamada: “explotación del hombre por el hombre mismo”.
Lo bello de este pasaje, es que el clamor del trabajador sube a los Oídos del Señor.

Muchos de los hijos de Dios somos empleados en diferentes empresas, y constantemente tememos que presenciar situaciones reñidas con la justicia y la igualdad. El escenario es hostil y, a veces, hasta desesperante.
Frente a ello, podemos sentir un gran alivio en las promesas de Dios, como la mencionada en Santiago 5:7
“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.”

El Señor nos demanda paciencia porque Él, una vez que haya venido a este mundo por Su Iglesia, dará por concluido nuestro peregrinaje aquí, y desarmará este triste escenario de injusticia social y de explotación.

Debemos esperar en las promesas de Dios, y no en las de los hombres.
2 de Pedro 3:13
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”

Ciertamente estamos en medio de una generación llena de injusticias de diferente naturaleza, pero nuestra esperanza debe estar puesta “más allá del sol”.
Hebreos 12:1-2
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”

Mateo 6:19-21
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.”

Podemos darnos tristemente cuenta de que somos víctimas de la falta de promesas cumplidas, de la conveniencia y de la avaricia de muchos gobernantes.
Sin embargo, Dios nos ha mandado sujetarnos a ellos; es decir, obedecerlos y  orar por ellos.
Tito 3:1
“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.”

La pobreza culminará sólo cuando Cristo venga a reinar la Tierra por 1,000 años, y no antes.
Nuestra posición como cristianos es poner nuestra energía en llevar a cabo la gran comisión de predicar el Evangelio y todo el consejo de Dios, esperando con ansias Su segunda venida.

Ahora bien, en cuanto a que un cristiano participe en puestos de elección popular, como en la Política, al ser el cristiano embajador de Cristo, todo cristiano debe saber esto: que un embajador nunca se involucra en la política del país donde está trabajando, por más que lo desee. Si hace eso, se le expulsa del país donde está trabajando, y se le tiene por “persona non grata”.
En otras palabras, no es conveniente que un cristiano se postule como un candidato a un puesto político. Más bien, el cristiano debe involucrarse en las cosas de su Rey y Señor, y lo material vendrá por añadidura. Nuestra postura ante Dios debe ser tanta o más rigurosa que la que plantea el protocolo internacional.
Mateo 6:33
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”

Cristo no vino a entrenar guerrilleros, ni a capacitar teólogos de liberación o a formar lucha de clases.
Él aborda la pobreza y la riqueza espirituales por sobre las materiales, y la voz del Evangelio aborda el asunto de nuestro pecado y de la salvación de nuestra alma.

Aun queda camino por recorrer, y esperamos que sea pronto la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Dios les bendiga.




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