“¿Necesitamos realmente ser
explotados por nuestros patrones?”
Por: Rafael
Carrasco.
Hoy en día, la
demasía en la producción abarata un par de zapatos, pero encarece cada día más
el pan, el aceite o el azúcar. Todo sube y los sueldos se mantienen intactos.
Muchos
gobernantes “parecen estar ausentes” frente al reclamo del trabajador; la vida
se hace cada vez más cara, mientras muchos gobernantes pregonan que “la
economía en sus lugares está más ana y más fuerte que nunca”. ¿Cree usted tal
payasada?
Quien no tiene
recursos económicos se muere en una albergue público; quien tiene recursos
económicos insuficientes, se limita a una muy pobre educación y se asola en
diminutas viviendas que, más que casa, son unos palomares.
Los empresarios
no tienen la voluntad de mejorar la calidad de vida de sus trabajadores.
Los horarios,
las exigencias y las leyes han sido diseñadas para favorecer sólo a un reducido
grupo: el grupo de los ricos de este mundo y, por consecuencia, para
desfavorecer a los pobres, quienes son el grupo mayor.
En otras
palabras: los ricos son cada vez más ricos, y los pobres siguen en su cadena de
la indigencia.
Santiago 5:1-6
“¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las
miserias que os vendrán.
Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas
están comidas de polilla.
Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho
testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis
acumulado tesoros para los días postreros.
He aquí, clama el jornal de los obreros que han
cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por
vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del
Señor de los ejércitos.
Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido
disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza.
Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os
hace resistencia.”
El pasaje anterior, es como una bofetada para
quienes tienen puesta su confianza en las riquezas que han ido acumulando, y
que abusan de su condición. Es la cruda realidad de la llamada: “explotación
del hombre por el hombre mismo”.
Lo bello de este pasaje, es que el clamor del
trabajador sube a los Oídos del Señor.
Muchos de los hijos de Dios somos empleados en
diferentes empresas, y constantemente tememos que presenciar situaciones
reñidas con la justicia y la igualdad. El escenario es hostil y, a veces, hasta
desesperante.
Frente a ello, podemos sentir un gran alivio en las
promesas de Dios, como la mencionada en Santiago 5:7
“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la
venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la
tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la
tardía.”
El Señor nos demanda paciencia porque Él, una vez
que haya venido a este mundo por Su Iglesia, dará por concluido nuestro
peregrinaje aquí, y desarmará este triste escenario de injusticia social y de
explotación.
Debemos esperar en las promesas de Dios, y no en
las de los hombres.
2 de Pedro 3:13
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas,
cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”
Ciertamente estamos en medio de una generación
llena de injusticias de diferente naturaleza, pero nuestra esperanza debe estar
puesta “más allá del sol”.
Hebreos 12:1-2
“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor
nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que
nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el
cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
Mateo 6:19-21
“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la
polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la
polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón.”
Podemos darnos tristemente cuenta de que somos
víctimas de la falta de promesas cumplidas, de la conveniencia y de la avaricia
de muchos gobernantes.
Sin embargo, Dios nos ha mandado sujetarnos a
ellos; es decir, obedecerlos y orar por
ellos.
Tito 3:1
“Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y
autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.”
La pobreza culminará sólo cuando Cristo venga a
reinar la Tierra
por 1,000 años, y no antes.
Nuestra posición como cristianos es poner nuestra
energía en llevar a cabo la gran comisión de predicar el Evangelio y todo el
consejo de Dios, esperando con ansias Su segunda venida.
Ahora bien, en cuanto a que un cristiano participe
en puestos de elección popular, como en la Política , al ser el cristiano embajador de
Cristo, todo cristiano debe saber esto: que un embajador nunca se involucra en
la política del país donde está trabajando, por más que lo desee. Si hace eso,
se le expulsa del país donde está trabajando, y se le tiene por “persona non
grata”.
En otras palabras, no es conveniente que un
cristiano se postule como un candidato a un puesto político. Más bien, el
cristiano debe involucrarse en las cosas de su Rey y Señor, y lo material
vendrá por añadidura. Nuestra postura ante Dios debe ser tanta o más rigurosa
que la que plantea el protocolo internacional.
Mateo 6:33
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Cristo no vino a entrenar guerrilleros, ni a
capacitar teólogos de liberación o a formar lucha de clases.
Él aborda la pobreza y la riqueza espirituales
por sobre las materiales, y la voz del Evangelio aborda el asunto de nuestro
pecado y de la salvación de nuestra alma.
Aun queda camino por recorrer, y esperamos que sea
pronto la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Dios les bendiga.
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